Hijos de Mi divino Corazón, Soy
vuestro Jesús quien os habla y como siempre lo hago movido por el amor inmenso
que os tengo, amor que muchos ignoráis y que ni siquiera sabéis que existe. Yo,
Jesús, os hablo.
Pero hay
otras muchas almas que son para Mi amargura y olvido de muchos de vosotros, un consuelo
inmenso, porque Me honran, Me dan culto, amor y cumplen en todo momento Mi
voluntad. Esas almas frenan en Mí muchos castigos que os mandaría por vuestras negligencias.
Conviven entre vosotros pero no parecen diferentes a vosotros, porque su
santidad está en su interior, en sus almas, y toda sus acciones son hechas con
tanto amor y deseo de complacerme que ellas Me consuelan y resarcen de tanta
infamia como recibo.
Hijos Míos, necesito que os
enmendéis y que vuestras vidas sean santas, no ya buenas, sino santas. Necesito
ángeles terrenales que se muevan por Mí y para Mí, que todo lo que hagan lo
hagan pensando en Mí y por complacerme. Necesito almas que al igual que Mi Santa
Madre y San José, no pongan obstáculos en cumplir en todo momento Mis deseos,
porque todo lo que Yo os pido es para mayor corona en la eternidad y, en esta
vida para salvación de muchas almas que viven retiradas de las cosas de Dios y alejadas
de Mis Mandamientos y Palabra divina. Por tanto hijos, sed como ángeles
terrenales, sed en todo momento santos, con rectas intenciones en todo lo que
hagáis. No tenéis que hacer grandes cosas, haced las cosas cotidianas, las cosas
ordinarias pero con inmenso amor hacia Mí y hacia la Santísima Trinidad, y veréis
en la otra vida el grado de gloria que os alcanzó vuestra sencillez en donde no
buscáis protagonismo ni glorias propias. Yo, Jesús, os hablo.
Enseñad a vuestros pequeños a conocerme
y a tratarme según su edad. Los niños entienden más de lo que pensáis y Satanás
quiere perderlos para que en un futuro ni haya sacerdotes, ni santos hombres y
mujeres que eduquen en el amor y temor de Dios a su prole. Consagradlos a los
Sagrados Corazones de Jesús, María y José y encomendadles a ellos que son fidelísimos
guardianes de todo lo que le encomendéis. Mi Padre escogió a San José para
cuidar de la Sagrada Familia, y tanto Mi Madre como Yo nos sentimos orgullos de
lo bien que nos cuidó y nos protegió. Yo, Jesús, os hablo. La devoción al Glorioso San José
trae muchas bendiciones porque él os acerca a Mí y, Mi Madre se llena de alegría
de que le encomendéis a vuestros seres queridos, porque lo hará con sumo
cuidado y atención. Yo, Jesús, os hablo y
os instruyo.