Reinaré a pesar de mis
enemigos y de los que a ello se opongan.
Daré a mis devotos todas
las gracias necesarias a su estado.
Pondré paz en las
familias.
Les aliviaré en sus
cargas.
Bendeciré sus empresas.
Les consolaré en sus penas.
Les consolaré en sus penas.
Seré su refugio seguro
durante la vida y sobre todo en la hora de la muerte.
Los pecadores hallarán
en Mi corazón la fuente, el océano infinito de mi Misericordia.
Las almas tibias se
harán fervorosas.
Las almas fervorosas se
elevarán a gran perfección.
Bendeciré los lugares donde
mi imagen sea expuesta y honrada.
No dejaré morir
eternamente a ningún devoto que se haya consagrado a mi divino Corazón.
Los que trabajen en la
salvación de las almas lo harán con éxito y sabrán el arte de conmover los
corazones más empedernidos, si tienen una tierna devoción a mi Corazón divino y
trabajan por inspirarla y establecerla en todas las partes.
Las personas que
propaguen esta devoción recibirán por ello grandes recompensas y tendrán su
nombre escrito en mi Corazón y JAMÁS será borrado de Él.
LA GRAN PROMESA
Prometo en el exceso de
la misericordia de mi Corazón, que mi amor todopoderoso, concederá a todos lo
que comulguen NUEVE PRIMEROS VIERNES DE
MES SEGUIDOS, la gracia de la penitencia final; no morirán en mi desgracia,
ni sin recibir los sacramentos y mi Corazón será seguro refugio en aquella
hora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario