Hijos de Dios, toda misión de vuestro ser debe ser
salvaros a toda costa, porque si habéis nacido y luego perdéis el alma, ¿de qué
os ha servido vivir aunque hayáis tenido una vida buena? Yo, Jesús, os hablo.
Debéis poner todos los medios a vuestro alcance para
lograr la salvación del alma. Todas las devociones y sacramentos, ¡todo!
porque no sabéis bien lo fácil que es condenarse. Yo Me encarné para ayudaros a
salvaros, pero si vosotros no colaboráis es inútil lo que Yo haya hecho, porque
es vuestra voluntad la que tiene que hacer todo lo posible para alcanzar la
perseverancia final, ya que muchos en el
último instante de su vida son atacados por el Maligno y reniegan de Mí. Por
tanto hijos, no importa vuestras caídas, si caéis mil veces, mil veces tenéis
que levantaros y aceptar y ofrecedme las derrotas. Eso os hace humildes y os
hace comprender vuestra fragilidad. Yo deseo vuestra salvación pero no os lo
voy a dar todo hecho, la voluntad de querer salvarse y la práctica de los sacramentos
deben ser vuestra y, Yo os ayudaré en aquello que no podáis conseguir pero que deseáis.
Yo, Jesús, os hablo.
Que doloroso es para el Cielo entero ver como las
almas se pierden por no haberse esforzado un poco más. Confesad hijos, confesad
una y otra vez para que el Maligno no os venza. Haced con humildad la confesión
y sobretodo con mucha sinceridad, porque si no la confesión mal hecha os hunde
aún más en el pecado y en las garras de Mi adversario.
Sed humildes y reconoceros pecadores. Todos lo sois
aunque viváis una vida espiritual asidua. Y si os mantenéis en estado de gracia
es porque Yo no os dejo y bendigo vuestro esfuerzo y voluntad de querer
santificaros, porque hijos, si no fuera por la mediación de Mi Santa
Madre, muchos más se condenarían. Yo, Jesús, os hablo.
Hay a quienes no les gusta orar porque se cansan de la
oración meditativa o contemplativa, pues bien, que pasen su tiempo con rezos
adecuados y a ser posibles indulgenciados. Yo no os pido que hagáis lo que os
aburre o lo que os cansa, sino que Me hagáis compañía bien haciendo rezos, bien
meditando Mis misterios, pero debéis dedicarme un rato en vuestros días para
que el demonio no os ataque tanto como lo hace y podáis vencer con facilidad la
tentación. La oración es un arma muy poderosa contra la tentación, en la
oración estamos los dos, el alma y Yo, que no dejo de miraros y de escuchar
vuestras súplicas o rezos. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo. Mi paz sea con
todos vosotros.
Gracias Señor!
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