Alabado y bendecido
sea por siempre el Señor. Hijos de Dios Altísimo, orad unos por otros porque el
mundo está en manos de Satanás y su finalidad es destruiros a todos. Yo, Miguel
Arcángel, os hablo.
Orad hijos, orad una
y otra vez para que no caigáis en tentación. Dios no quiere que os hundáis en
el fango de los vicios y del pecado, pero Él en Su justicia respeta vuestra
libertad y no os obliga a seguirlo si vosotros no queréis. La oración es un
arma súper poderosa que aleja al Maligno de vosotros y de vuestros familiares, si vuestra oración es de
corazón y la hacéis con fe.
Orad hijos de Dios Altísimo
y no bajéis la guardia. Tenéis que hacerlo a diario y perseverar en la oración,
Satanás no puede con quien ora y lo que más odia son las almas de oración,
como lo fue vuestra Santísima Madre Celestial. Pedid al Espíritu Santo Su luz,
Su fortaleza y Su sabiduría. Pedidle Sus santos dones, para que recojáis Sus
frutos. Poned vuestras súplicas y oraciones, en las manos inmaculadas de María Santísima,
nuestra Reina y vuestra Madre, y sed constantes en no dejar la oración. Yo,
Miguel Arcángel, os hablo.
Vosotros no sabéis
con exactitud la maldad del mundo. Hay personas totalmente influenciadas por Satanás
y ni ellos lo saben. Gobernantes, políticos, médicos, enfermeras, sacerdotes también
y hasta obispos. Muchas, muchas almas están influenciadas por Satanás porque no
oran y aunque cumplan con sus trabajos, no cumplen con Dios como deben de
cumplir, orando y practicando asiduamente los sacramentos. No dejéis pasar ni
una mota de pecado, porque esa mota trae otra y otra y otra, y tan pronto veáis
que habéis cedido al pecado aunque sea venial o a la imperfección, haced actos
de reparación por todo ello. Y cuando veáis que la tentación es fuerte y quiere
haceros caer en pecado mortal, acudid cuanto antes al confesionario y abrid
vuestras almas al confesor que representa a Cristo y es Él quien os escucha y
os fortalece. Yo, Miguel Arcángel, os hablo.
Hijos de Dios Altísimo,
hijos de María Inmaculada, no perdáis el Cielo por unos cuantos placeres de esta
vida, que además os dan una felicidad engañosa, no verdadera, sólo Dios puede
daros la auténtica dicha y el gozo verdadero que el mundo no os puede dar. Por
tanto, hijos de Dios Altísimo, orad, orad y orad y no dejéis de hacerlo. La oración
es vuestro escudo protector contra el Maligno y cuando oréis, poned a vuestra familia
en la oración y poned a todos los que en el mundo sufren y son tentados y
además caen en la tentación porque no tienen una vida de oración. Yo, Miguel
Arcángel os hablo y os instruyo. La paz
de la Santísima Trinidad esté con todos vosotros.
Gracias San Miguel! Defiendenos en la batalla!
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