Hijos de Mi
divino Corazón, todos vosotros y vuestras familias estáis en Mis miras, pero Me
agrada sobremanera que os pidáis oraciones mutuamente, porque Yo deseo que
todos practiquéis de una forma u otra la caridad. Yo, Jesús, os hablo.
Muchos tenéis familiares
alejados de la Iglesia, otros los tenéis enfermos, otros los tenéis poseídos,
pero no por eso Yo dejo de miraros, porque veo el sufrimiento que sobrelleváis
y lo empleo en otras almas que están a punto de condenase. Me agrada que recéis
unos por otros, esas oraciones sin ningún ánimo de recompensa, altruistamente,
son oraciones muy valiosas, porque muchas veces no conocéis ni siquiera a las
personas por quienes rezáis, pero Yo
hijos sí que las conozco y vuestras oraciones llegan a ellas. Yo, Jesús, os
hablo.
Tened paciencia
en las cosas que Me pedís, todo tiene su momento, pero no se pierde ni una
oración. Yo todo lo empleo en lo que Me pedís y lo uno a Mis méritos para que
la oración tenga más poder, pero solo Mi Padre y Yo sabemos el momento en que
esa oración será efectiva para el fin que pedís. Recordad a santas que siendo
madres por sus continuos rezos convirtieron a sus hijos y esposos. Sé que
muchos sufrís por vuestros familiares, pero una oración y otra y otra, no se
pierde nunca en el alma para quien va dirigida. Porque además hijos Míos, lo
que vosotros Me pedís Yo lo deseo. ¿Cómo no voy a querer la paz en vuestras familias?
¿Cómo no voy a querer la conversión de vuestros familiares? ¿Cómo no voy a
querer que los enfermos sean aliviados? Hijos, si vosotros pedís estas cosas
que son buenas, Yo Soy más bueno que vosotros y las deseo aún más, porque todo
lo que sea un bien para las almas lo deseo y lo inspira Mi Santo Espíritu. Yo,
Jesús, os hablo.
Os escucho
cada día y a cada instante. Mi adversario os hace creer que no os hago caso,
eso no solo no es vedad, sino que él siempre os engaña para que os desalentéis.
Seguid orando por todas esas cosas que son santas y necesarias para la salvación
de las almas, que al Cielo llegan vuestras oraciones y, cuando las hagáis
todavía con más fe y humildad más eficaces son. Yo, Jesús, vuestro Redentor os
hablo y os doy Mi paz.
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