Bienaventurados los que tienen hambre y sed de
justicia porque ellos serán hartos (Mt 5, 3-6). Yo, Jesús, os hablo.
Sí hijos, sí, oigo y veo vuestros gemidos y vuestro dolor
por el mal que asola vuestra Patria y el mal tan extendido en todas las
naciones y no Soy insensible a nada. Pero tened confianza en Mí porque yo he vencido
al mal, al mundo y al pecado y nadie se quedará exento de Mi justicia. Aunque
todo aquel que después de haber pecado gravemente vuelva su rostro a Mí y Me
pida perdón humillándose, le alcanzará Mi misericordia por grandes y numerosos
que sean sus pecados, Yo, Jesús, os hablo.
No dejéis de orar hijos, la oración es el arma que más
teme el demonio, porque sabe que la oración con perseverancia todo lo alcanza,
por eso, adquirid la costumbre de orar y de rezar también oraciones que sean el
pan diario de vuestras almas. Aquel que pueda ir a Misa que lo haga a menudo
aunque no sea día de precepto. Todo lo que hagáis bueno repercute en Mi Cuerpo
Místico y alcanza a muchos según sus disposiciones.
Muchos de vosotros vivís en un dolor continuo por el
mal que os alcanza tan de cerca y a diario, pero a Mí no se Me escapan vuestros
sufrimientos y los tomo para aplicárselos a almas que están derrumbadas en la hecatombe
del pecado y, que solo pueden salvarse con oración y sufrimientos, aunque no
sean los de ellas. No os desaniméis, no critiquéis, mucho menos juzguéis. A
veces el que hace el mal no tiene conciencia de lo que hace e incluso hay
quien se piensa que está haciendo un bien. Recordad hijos que Yo leo los corazones
y a Mí no Me engañan y, no todo lo que veis no es tal como lo veis porque son
las intenciones las que cuentan ante Mí y no solo las acciones. Yo saco bienes
de males, pero eso no quiere decir que hagáis
el mal, sino que Soy tan poderoso y os amo tanto, que a veces del mal que hacéis
saco bienes que os benefician inmensamente. Yo, Jesús, os hablo.
Me gusta cuando oráis unos por otros. Me gusta cuando
Me pedís por las intenciones de determinadas personas. Me gusta que sufráis por
los problemas ajenos, porque así era Mi Madre en la Tierra y sigue en el Cielo siendo
lo mismo, intercediendo sin cesar por todas
las almas en general y por cada una en particular. Dirigíos también a los
santos como el de hoy, San Antonio de Padua, a San José que es un gran y poderoso
intercesor, no os olvidéis de ellos (los santos) que en la gloria tienen un
gran poder de intercesión y Yo con gusto y amor les concedo lo que Me presentan
para vosotros los mortales. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo. Mi paz a quien ponga
en práctica este mensaje.
No hay comentarios:
Publicar un comentario