Hijos de Mi divino Corazón,
vuelvo de nuevo con vosotros para aleccionaros de las sendas verdaderas que os
conducen a la santidad. Yo, Jesús, os hablo.
Muchos no sabéis que hacer
-aunque vivís en estado de gracia- y no entendéis bien cuál es Mi voluntad. En
primer lugar os diré que Mi voluntad es que cumpláis con vuestros deberes de
estado lo más honradamente posible, y si esto ya lo hacéis entonces para evitar
el pecado que os sugiere Mi adversario, debéis vivir en Mi presencia. Así
viviendo en Mi presencia y sabiendo que Yo todo lo veo, intentaréis no pecar
para nada, ni a discutir, ni a quejaros, ni a dejase llevar de la pereza, ni de
la gula y mucho menos de la lujuria. Yo, Jesús, os hablo.
¿Quién pecaría de lujuria ante su
padre o su madre biológicos? ¿Quién lo haría ante sus hijos? Son cosas que la
vergüenza y el respeto humano os evitaría, pues bien, mucho más importante y
más eficaz es que viváis bajo Mi mirada, sabiendo que Yo nunca la aparto de
vosotros, ni Mi Santa Madre tampoco.
No hagáis cosas a solas que no
haríais ante otro semejante. Sed castos y santos en todo momento, pues aun
esforzándoos para serlo caeréis en imperfecciones, en quejas, y en juicios
temerarios hacia las personas y, esas cosas son también faltas que debéis de
confesar. Yo, Jesús, os hablo.
Sed perfectos hijos, sed
perfectos como vuestro Padre Celestial es perfecto (Mt 5, 48). Sed santos a la
vista de todos, y sobre todo, bajo Mi mirada que es constante, porque no dejo de
miraros ni un momento. Y para que este mensaje no os desanime, sabed que lo
mismo que veo lo que hacéis mal, lo que hacéis bueno también lo veo y veo
vuestras santas intenciones, y veo vuestros corazones, algunos de los cuales Me
satisfacen mucho.
Yo veo lo bueno y lo malo, y os
juzgaré con total justicia y rectitud, pero también con misericordia, porque sé
que la flaqueza humana la tendréis hasta el último instante de vuestra vida.
Por tanto hijos, invocad a vuestra Madre Santísima y pedidle ayuda, que lo
mismo que os la daría vuestra madre biológica, Ella no os la negará, y si le
tenéis que insistir hacedlo, porque nada odia más Mi adversario que os dirijáis
a Mi Madre Santísima que lo venció siempre. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario