Bendita y alabada sea la Santísima Virgen María. Yo, Jesús,
os hablo.
Hijos Míos, todo aquel que alaba, que ensalza a Mi Madre,
que la honra y sobre todo que la ama, Me llena de alegría y Me gozo en ello,
porque quien Me honró en esta vida tanto, bien se merece que vosotros sus hijos
la honréis también a Ella. Yo, Jesús, os hablo.
Hay quienes creen que honrando a Mi Santa Madre Me
quitan a Mí gloria y no hijos, no, ¿acaso a vosotros no os gustaría que la
gente reconociera el valor de vuestra madre? Yo amo con locura a Mi Madre y por
eso, deseo que vosotros también la améis, porque quien se acerca a Ella va por caminos
de salvación, pues Ella no permitirá que un alma que la honre y la ame, se
condene.
Mi Santa Madre no es divina, no se le puede adorar,
pero sí se le puede venerar hasta la saciedad. Solo Dios tiene derecho a la
adoración, pero venerarla lo podéis hacer con toda clase de actos de amor,
alabanza y bendiciones. Ella no quiere jamás hacerme sombra, por eso, el que se
le acerca Ella trata de llevarlo hacia Mí, porque lo que más desea es que Me améis
y cumpláis al pie de la letra el Santo Evangelio. Pero Yo deseo que Mi Madre
sea reconocida, ya que nunca pecó y porque por medio de Ella vine a este mundo
y deseo que por Ella vengáis vosotros al Reino de los Cielos. Sí hijos, sí, la
Virgen os conducirá, sin daros ni siquiera cuenta, a Mí, puesto que Ella es Madre
y la mejor Madre de todos los tiempos y, para Mí Su divino Hijo quiere lo mejor
y desea que Mi Sangre Preciosísima no se pierda en ninguno de vosotros. Por
tanto hijos, tomad nota, acudid a la que también es Madre vuestra, ya que Ella
como buena y santísima Madre no os va a abandonar en nada. Yo, Jesús, os hablo.
Hoy celebráis la advocación de la Virgen del Carmen, esa
advocación que durante siglos se viene celebrando. Acercaos a Ella y
veneradla en esta antigua advocación y que tantas gracias tiene para quien la
vive. Revestíos de su Santo Escapulario e imponédselo a vuestros pequeños, para
que desde la infancia sean preservados del mal. Les dais a los pequeños muchas bobadas
que no tienen valor alguno y le priváis de valores eternos. Preocuparos más de
sus almas y no de sus caprichos o deseos tontos, porque estáis haciendo de
vuestros pequeños personas que nunca sabrán soportar una tribulación, puesto
que ahora de pequeños se lo solucionáis todo y consentís todos sus caprichos. Los
niños deben de jugar sí, pero también debéis darles disciplina o cuando sean
adolescentes no podréis gobernarlos. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario