Hijos de Mi Sacratísimo Corazón. Con cuanto amor Me dirijo
a vosotros y cuanto deseo que vosotros os dirijáis también a Mí con el mismo
amor. Yo, Jesús, os hablo.
Muchos de vosotros a la vista de vuestra mediocridad,
de vuestras caídas repetitivas una y otra vez, de vuestro carácter incontrolable,
os sentís desanimados a pesar de que Me amáis. Quisierais ser como los santos
que superaron todas las batallas, pero os digo, que a ellos también les
costaron mucho superarlas, porque al igual que vosotros caían y caían y, tantas
veces como caían se levantaban. Ese esfuerzo por levantarse, por lavarse en el
Sacramento de la Penitencia, por querer mantenerse fiel a Mí a pesar de todo,
ese esfuerzo, Yo lo bendecía tantas veces como lo empleaban en vencer la tentación
y librarse del mal que les acechaba. No creáis que sois peores que los santos porque
no os veis crecer en virtud, no, Yo Soy quien os ve tal y como sois y, no todos
tenéis que preocuparos de no alcanzar la santidad, porque la santidad la doy Yo
según vuestras disposiciones, deseos y voluntad de lograrla. Yo, Jesús, os
hablo.
Lo que no tenéis es que dejar la oración y los sacramentos.
No dejéis vuestro plan de vida espiritual aunque os parezca que estáis siempre
en el mismo punto y no crecéis en virtud. Considerad que Mi adversario trata de
meteros el desánimo que tan dañino es, para que abandonéis todo y os dediquéis
a las cosas del mundo. Esto va también para las almas consagradas tanto monjas
como frailes que viven una Regla y que no siempre la cumplen a la perfección.
Yo permito que tengáis que luchar contra vosotros mismos, contra el decaimiento,
contra la tentación, contra la vanidad o el orgullo, pero eso no quiere decir
que no sirvan vuestros esfuerzos, os digo que sí sirven porque Yo sé hasta dónde
podéis llegar y hasta donde no. Yo, Jesús, os hablo.
Leed vidas de santos y santas que tanto pasaron hasta alcanzar
la virtud y murieron creyéndose grandes pecadores. Yo aprecio todo lo que
hagáis por insignificante que sea -si lo hacéis con la intención de
santificaros- aunque no consigáis el fin
que os proponéis. Yo os lo daré en su momento, mientras estáis luchando por la
santidad ya os estáis santificando, aunque os parezca que estáis en el mismo
punto de siempre. No dejéis el contacto Conmigo que Soy Amor y que os doy Mi gracia
cuanto más os relacionéis Conmigo. A veces os ponéis en oración y no sentís nada
de nada y hasta os vienen mil pensamientos mundanos que nada tienen que ver
Conmigo. Lo sé hijos, sé lo que os pasa, pero la voluntad de manteros ante Mí
eso ya os sirve, porque es la voluntad y la intención lo que Me vale y no los
sentimientos. No todo el que tiene sentimientos está más avanzado que vosotros
en la santidad, ni mucho menos, el sentimiento es un don que a veces doy a
quien creo que le hace falta para estimularlo a seguir adelante o un premio por
su perseverancia, pero la aridez en el trato Conmigo es igual de valiosa -si os
mueve el deseo sincero- de querer darme gusto y de querer santificaros a través
del contacto Conmigo. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo.
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