Hijos de Mi divino
Corazón, veo con dolor que muchos de vosotros vivís agobiados y sumergidos en
preocupaciones y problemas de toda índole. Yo, Jesús, os hablo.
Hijos, la vida no es
una balsa de aceite en el que todo es suave y dulce, la vida es dura y para
unos lo es más que para otros. Pero no os desaniméis, procurad llevad vuestras
cargas con fe y amor, Yo os lo recompensaré en la otra Vida porque allí no hay
dolor ni penas, solo alabanzas y amor. Todos en esta vida deben pasar más o
menos purificaciones. Unos porque carecen de cosas que desean y nunca las
tendrán, otros porque las cuentas no les salen bien, otros por problemas de
salud o pérdidas de seres queridos, pero todos de una forma u de otra tienen
sus sinsabores y, quienes Me los ofrecen Yo hago con ellos maravillas, porque
hasta los niños tienen también sus pesares dentro de lo que en su edad pueden soportar.
Yo, Jesús, os hablo.
Os lo dije en Mi vida
pública porque os veía a todos sufriendo tantas amarguras y tanta incomprensión:
Venid a Mí todos los que estáis cansados y agobiados que Yo os aliviaré (Mt 11, 28-30). Sí hijos, sí, quien viene a Mí
y se desahoga Conmigo, notará en su alma una paz interior muy grande, y aunque
los problemas no le hayan desaparecido se les harán llevaderos porque Yo les daré
Mi gracia para que así sea.
Mi Santa Madre intercede
por vosotros constantemente y Me expone vuestras amarguras para que Yo no os
deje, pero aun así y aunque Mi gracia no os falta, vosotros no sabéis ver más
que el dolor que os embarga, no veis más allá de ese dolor. Yo os vigilo, cuido
de vosotros y estoy a vuestro lado, pero no os quito la prueba de una vez,
porque deseo que tengáis más méritos para la otra Vida y vuestra corona sea más
gloriosa. Yo, Jesús, os hablo.
Ofreced esas pruebas
que padecéis no solo por el bien vuestro y el de vuestra familia sino por el
bien de todas las almas. Por vuestras penas y lágrimas unidas a Mis merecimientos, se salvarán muchas
almas, porque Yo haré de vuestro dolor
actos de reparación y de salvación para las almas que viven olvidadas de Mí
pero que en el plano humano no son malas. El mundo sobrenatural no tiene nada que
ver con el mundo natural, es totalmente diferente. Mi Madre lo entendió muy
bien en vida y aceptó en todo momento las pruebas que padeció desde Mi Encarnación.
Ella llena del Espíritu Santo -tenía sus dones en plenitud- lo entendía todo
muy bien, pero eso no le quitó el
sufrimiento que supuso para Ella padecer Mi Pasión y muchas otras pruebas que
pasó. Porque cuando más iluminada está un alma más comprende los planes de Dios
y, aunque los acepte, no quiere decir que no sufra, y así sucedió también con
los santos y los bienaventurados del Cielo. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo.
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