Hijos de Mi Sagrado Corazón,
cuando un padre o una madre aman con locura a sus hijos, ellos les previenen de
toda clase de males y de engaños. Yo, Jesús, os hablo.
Pues bien, eso mismo
hago Yo con vosotros que tanto Me interesáis. Deseo que os salvéis todos, sin
dejar a ninguno por malo que sea, pero para ello vosotros debéis colaborar con
el Cielo o Yo no sería un Dios justo. Soy misericordioso hasta donde no lo podéis
imaginar, pero también debo ser justo, porque entonces haría de la vida una
insubordinación, donde solo el mal tendría parte en vuestras almas. Debéis ser
disciplinados hasta en los más insignificante
detalles, debéis ser honrados hasta en lo más insignificante, debéis ser honestos
y hacer las cosas bajo la presencia de Dios, porque sabiendo que Dios os ve os
será más fácil vencer la tentación, Yo, Jesús, os hablo.
Muchos que amáis
tanto a Mi Madre ¿haríais ante Ella las obscenidades que hacéis a solas? Hijos,
Ella os ve y debéis ser recatados y vivir santamente tanto si estáis solos como
si estáis acompañados. Sé que os cuesta mucho la castidad que es uno de los
frutos del Espíritu Santo, por eso mismo, para que adquiráis esos frutos os
pido oración, oración y oración. No se puede conseguir bienes celestiales si
no oráis, las oraciones traen toda clase de bendiciones y virtudes, porque es ponerse
en contacto con Dios mismo y Dios que es
Suma Bondad os da toda clase de bienes espirituales. Así que hijos, sed fieles
a la gracia, ella no os va a faltar, tenéis que vencer batallas cada día, pero
son necesarias para que entréis en el Reino de os Cielos. Yo, Jesús, os hablo.
Si vosotros para
vuestros hijos deseáis lo mejor y le hacéis toda clase de buenas recomendaciones,
Yo que Soy mejor que vosotros, que Mi amor no tiene límite, me pasa lo mismo para
con las almas, les deseo toda clase de bienes espirituales, y eso lo trae la práctica
de los sacramentos y la oración. Diréis que Me repito mucho pero es que debo decíroslo
constantemente porque siendo así no Me hacéis
caso, mucho menos Me haríais si Yo no os
lo recordara asiduamente. Sed sobrios, disciplinados, parcos en la comida,
generosos con vuestras limosnas, fervorosos en vuestros rezos, sed como Mi
Madre era, un cúmulo de acciones a cual más hermosa ante los ojos de Dios, todo
lo que Ella hacia llegaba al Cielo cual si fuera incienso, pues su perfume
inundaba el Trono de la Santísima Trinidad. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo.
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