Nos quejamos de que el mal ha tomado una gran dimensión en todos los colectivos, pues se ha perdido la conciencia de pecado. Consecuencia de esto es el alejamiento de Dios. Nos hemos apartado de Él y vamos a nuestro arbitrio. La Virgen, que vivió tan unida a Dios, nos da el consejo para evitar todo esto, consejo que no podemos relegar: HACED LO QUE ÉL OS DIGA. Y sólo cuando hagamos lo que Dios nos dice, las cosas cambiarán. Mientras, el mal seguirá avanzando. Acatemos pues lo que la Virgen nos dice, Ella nos ayudará. contador de visitas

22 de diciembre de 2018

ESTE MISTERIO DE AMOR MUY POCOS PROFUNDIZÁIS EN ESTOS DÍAS NAVIDEÑOS


Hijos queridos de Mi divino Corazón. Muchos estáis esperando el aniversario de Mi nacimiento con verdadera fe y emoción. Yo, Jesús, os hablo.

Pues si vosotros, hijos, que sois pecadores tenéis ese anhelo de que llegue el día de Mi nacimiento, imaginaos el anhelo, la fe y la emoción que sentía Mi Madre, sabiendo como sabía que el Niño de sus entrañas era el mismo Dios. Lo mismo Mi padre José que no sabía que hacerle a Su esposa santísima para que estuviera lo más cómoda posible y para que Mi nacimiento fuera lo más digno a Mi divinidad. Pero ellos eran para Mí lo mejor de este mundo, ya que ambos eran santísimos y tenían una fe sólida y única y Me esperaban como hijo y a la vez como Dios. Yo, Jesús, os hablo.

Ellos deseaban abrazarme y tenerme en Sus brazos y a la vez deseaban  adorarme. El Mesías anunciado y esperado durante tanto tiempo, estaría en  breve tiempo en Sus manos y, este misterio de amor por Mi parte y por la de ellos, es algo que muy pocos profundizáis en estos días navideños, en lo que tanto se paganiza uno de los misterios más grande de Mi vida. Así que hijos, os agradezco toda la fe y el amor que Me ofrezcáis, son dones inestimables, únicos y es lo que más deseo. Sed vosotros para Mí y para Mis amadísimos padres, los pastores que os acerquéis a Mi cunita y Me ofrezcáis dones materiales, sí, pero también dones sobrenaturales, porque Yo siendo verdadero Hombre, Soy también verdadero Dios. Yo, Jesús, os hablo.

Si ya el nacimiento de un bebé en las familias supone una alegría inmensa nazca en la época que nazca, imaginaos el nacimiento de un Niño Dios para Mis padres, que enmudecían ante tanta grandeza y se quedaban atónitos sin saber que decir al Padre Eterno ante este nacimiento que se celebraría durante siglos en el mundo entero. Yo, Jesús, os hablo.

También en el Cielo los Ángeles rebosaban alegría y cantaban himnos de alabanza a Mi divinidad y, todas las almas de los difuntos que habían sido justos en la vida y que esperaban ansiosos este día porque era para ellos el comienzo de su liberación. Dadme gracias, hijos Míos, porque tenéis la suerte de que os haga participar de este misterio -aunque no siempre lo viváis- con la dignidad y sublimidad que se merece. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo. Paz a los hombres de buena voluntad.










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