Almas de Dios, Soy el Espíritu
Santo quien os habla y deseo que meditéis Mis palabras y las pongáis en práctica.
Las almas todas, sois un
preciado tesoro de Dios que os ama como ni imaginar podéis. Ya sé que esto lo habéis oído hasta
la saciedad, pero os tiene que calar muy profundo para que lo creáis y seáis
consecuentes con ello. Porque el amor con amor se paga. Si tratarais más al Señor
y hablarais con El cómo lo hacéis con un psicólogo o un buen amigo, o vuestros
padres, no podríais dejar de amarlo, porque veríais su efecto en vuestras almas
y notaríais que algo pasa en vuestro interior. No podríais vivir sin su contacto,
su diálogo personal, que en resumidas cuentas es hacer oración ante Él y
contarle con sencillez y sin rodeos, todos vuestros sinsabores y problemas. Yo,
Espíritu Santo, os hablo.
Pero vosotros esto no lo
practicáis y claro, de cualquier pruebecilla por insignificante que sea hacéis
un drama. La Virgen era un alma de oración desde pequeña. Su mayor gozo era
comunicarse con Dios, y no dejaba por nada la oración en la que empleaba horas
y horas. Vivía por y para Dios sin saber que llegaría a ser su Santa Madre.
Pero la imitáis poco, o casi nada.
Ella intercede por vosotros constantemente,
pero debéis también poner de vuestra parte para que en vuestras almas florezca
un hermoso jardín de virtudes, un hermoso jardín de perlas divinas, porque los
frutos que Yo os daré a través de la oración nada ni nadie os lo pueden dar.
Por mucho que leáis, por mucho que os aconsejen, nadie como Yo, Espíritu de
Dios, os pueden hacer florecer Mis santísimos y únicos frutos que son los que
os cambiaran todo vuestro ser. Por tanto, almas de Dios, poned en práctica
estas cosas que os digo porque es todo para vuestro bien y veréis como lo que os digo se cumple. Yo, Espíritu
Santo, os hablo.
Pasáis la vida perdiendo mucho
tiempo que nunca recuperaréis. Tenéis que ser más profundos en la fe, más
coherentes y sobre todo más fieles a las cosas que Yo os inspiro -aunque no
estéis en oración- porque también os inspiro en vuestro interior cuando cumplís
con vuestro deber, cuando hacéis el bien, cuando dais limosnas y cuando en lo
que hacéis tenéis recta intención de obrar con honestidad en todo. Yo, Espíritu
Santo, os hablo. La paz de la Santísima Trinidad esté siempre con vosotros.
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