Hijos Míos, como veis el
tiempo no deja de pasar, no se detiene en ninguna época y en ninguna estación
del año, y vosotros vivís como si os fuera a durar la vida perpetuamente. Yo, Jesús,
os hablo.
Apenas avanzáis en virtud, no
os proponéis esforzaros más porque estáis abstraídos en vuestros trabajos y
quehaceres, y Mis cosas, las tenéis abandonadas. Creéis que viviréis para
recuperar el tiempo perdido y no, cada cual tiene su tiempo y una vez llamado a
Mi presencia no tendrá ocasión de recuperar lo que no haya hecho hasta ese momento.
No quiere decir que por eso os vayáis a condenar, pero para algunos si será un
final trágico y su alma se perderá eternamente. Tenéis que dar a Dios lo que es
Dios y al Cesar lo que es del Cesar (Mt 22, 15-21). Yo no digo que dejéis vuestros trabajos o quehaceres
por poneros a rezar, os pido que Me tengáis en cuenta a lo largo de esas
jornadas laborales y que tengáis de vez en cuando algún pensamiento para Mí.
Yo, Jesús, os hablo.
Hablo ahora a los enfermos, a
aquellas personas que viven con una penosa y larga enfermedad. Hijos, estad
alegres por ello, porque sois ante el Cielo otros cristos si la aceptáis y la
ofrecéis con amor. Os purifica en esta vida de vuestros pecados y omisiones, os
ayudan esas pruebas a quitaros Purgatorio y sobre todo benefician a otras
muchas almas que algún día veréis en la eternidad. Algunos os desalentáis ante vuestra
impotencia y limitaciones, no hijos no, no os desalentéis, Yo no aparto Mi mirada
de vosotros y procuro que no os falte Mi gracia, pero si sois escogidos por el
Cielo para el sufrimiento, no sabéis bien la grandeza del mismo cuando lo
aceptáis y lo sobrelleváis con amor y conformismo, sin maldecir a nada ni a nadie,
aceptando vuestra incapacidad y dando gracias a Dios por el bien que podéis
hacer con el sufrimiento que sobrelleváis. Yo, Jesús, os hablo.
Sed ejemplo para vuestros familiares
que no olvidaran de por vida vuestra situación, que también sufren por su
impotencia, que lloran a escondidas cuando os ven tan incapacitados y tan desvalidos,
y ellos también se beneficiaran de forma indirecta de vuestro dolor y amargura,
porque Yo Soy generoso con todo y con todos y, no dejo de pagar a quienes por
Mi causa y con paciencia sufren cada día y cada hora el dolor físico o moral.
Yo, Jesús, os hablo.
Ofreced vuestra enfermedad
por los sacerdotes y tal como hacia Santa Teresita de Lisieux por los
misioneros, no dejéis de ofrecer ni una sola gota de amargura, porque hoy en
día son los sacerdotes los que más necesitan oración y penitencia, mucho más
que los misioneros. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo.
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