Hijos Míos,
qué pena Me dais de ver que sois esclavos y que encima esa esclavitud os va a
llevar al abismo infernal. Yo, Jesús, os hablo.
Multitudes
de personas son esclavas de esta sociedad precaria y consumista que os engaña
constantemente con lemas y mensajes que nada tienen que ver Conmigo. Y vosotros,
almas queridas de Mi divino Corazón los seguís ciegamente, y ya desde la más
tierna infancia influyen en vuestros hijos esos lemas mundanos y materialistas,
tan opuestos a Mi doctrina y ejemplo de Mi vida. Yo, Jesús, os hablo.
Pero
hijos, ¿no tenéis un minuto en vuestras vidas que lo dediquéis a la reflexión?
¿No podéis ni un solo día dedicaros a lecturas santas y a dar culto a Dios, sabiendo
que todo el bien que hagáis por vuestro Creador, os influirá positivamente en
vuestras vidas? Dios devuelve el ciento
por uno y no se deja ganar en generosidad. Pero vosotros anuláis Su acción
bienhechora porque le cerráis todas las puertas, o le ponéis toda clase de
obstáculos para impedir que Su gracia os toque y os regenere de tanta confusión
y engaño que os ofrece esta sociedad pervertida, seguidora de Satanás y sus
secuaces.
¡Liberaos
hijos! ¡Sed libres! y no confundáis la esclavitud de Satanás con la libertad
que Yo, Sumo Bien, os ofrezco. Creéis que sois libres porque hacéis lo que os
da la gana y eso es ser esclavos de vosotros, de vuestros caprichos errores y
engaños.
¿No
exigís a vuestros peques una disciplina tanto en casa como en las escuelas? Si
un niño se guiará por sí solo no se lavaría ni haría otra cosa que jugar o
vegetar, y sin embargo, vosotros os regís por lo que os dice el mundo, cuyas
leyes y enseñanzas han llevado a tantas almas al Infierno, porque
el Infierno hijos existe, y allí van quienes voluntariamente se saltaron Mis
leyes y pecaron contra Mí y contra el prójimo. Yo, Jesús, os hablo y os
advierto. Paz a todo aquel que leyendo este mensaje lo cree y lo pone en
práctica.