Nos quejamos de que el mal ha tomado una gran dimensión en todos los colectivos, pues se ha perdido la conciencia de pecado. Consecuencia de esto es el alejamiento de Dios. Nos hemos apartado de Él y vamos a nuestro arbitrio. La Virgen, que vivió tan unida a Dios, nos da el consejo para evitar todo esto, consejo que no podemos relegar: HACED LO QUE ÉL OS DIGA. Y sólo cuando hagamos lo que Dios nos dice, las cosas cambiarán. Mientras, el mal seguirá avanzando. Acatemos pues lo que la Virgen nos dice, Ella nos ayudará. contador de visitas

24 de marzo de 2017

EN EL CORRER DE LOS TIEMPOS FUERON MÁRTIRES POR CAUSA DEL EVANGELIO



Hijos Míos, vosotros que padecéis tribulaciones, sufrimientos, injusticias, os quejáis a menudo y la tentación del desaliento llama a vuestras puertas. Yo, Jesús, os hablo.

Miradme a Mí, miradme a Mí padeciendo en silencio y sin quejas todo el sufrimiento que los que Me crucificaron Me hicieron. Y cuanto mayor era Mi silencio,  más se ensañaban Conmigo porque les producía ira Mi mansedumbre, Mi resignación y también les alteraba, porque no comprendían que Yo no Me rebelase contra ellos y les dijera toda clase de improperios y de insultos. Pero Mi Padre no premiará la intensidad del sufrimiento, sino la forma de sobrellevarlo y aceptarlo, porque sufrir hasta los animales sufren, pero aceptar y ofrecer el sufrimiento por el bien de las almas y de la Humanidad entera, solo los que aman a Dios lo hacen. Yo, Jesús, os hablo.

Yo os adoctriné en Mi vida pública y os enseñé las bienaventuranzas y el perdón  y amor a los enemigos, pero luego hijos, lo corroboré todo con Mi ejemplo y os demostré como sufrir por amor  a Dios y a las almas para tener mérito y dar gloria a Dios. Y si por si acaso Mi ejemplo no os es suficiente, mirad a Mi Madre humillada ante la Cruz, soportando también injurias, pero aceptando y uniendo su dolor al Mío, y de esta forma solo fue un dolor único. Si hijos, si, Nosotros dos hemos sufrido lo que no os podéis imaginar, y sin embargo, todo lo hicimos por amor a las almas y a nuestros enemigos, para que comprendieran que Dios es Amor y que Él perdona incondicionalmente.

Muchas de esas personas que nos escupían y nos atacaban con palabras injuriosas e indignas, más adelante en el correr de los tiempos fueron mártires por causa del Evangelio, porque la gracia de Dios les tocó y comprendieron que Yo era realmente el Mesías. Por eso, dad ejemplo de paciencia y mansedumbre a quienes os injurien, os insulten, os marginen u os rechacen, porque más adelante vuestro ejemplo puede ser medio por el que se sirva Dios para reconvertirlos. Vosotros cónyuges que discutís por tonterías sin ninguna importancia, sed pacientes unos con otros, respetándose mutuamente y no tratando de discutir porque es  justo lo que desea Mi adversario. Hijos, miradme crucificado y mirad a Mi Madre al pie de la Cruz con el Corazón Inmaculado traspasado de dolor. Que Ella y Mi ejemplo seamos vuestros modelos a imitar. Mi Padre hará maravillas en las almas si sabéis soportar el sufrimiento como nosotros lo soportamos. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo.








20 de marzo de 2017

CAMINOS DE SANTIDAD SON EL CUMPLIMIENTO DIARIO DE VUESTRO DEBER



Hijos de Dios, caminos de santidad son el cumplimiento diario de vuestro deber sea cual sea, y si además lo hacéis con inmenso amor hacia Dios, entonces os alcanzará una alta y sublime gloria en el Cielo. Yo, Jesús, os hablo.

Si cada uno cumpliera como Dios quiere sus deberes en perfección, en honradez, en diligencia, sin fraudes, sin egoísmos, tratando de no buscar siempre el mejor trabajo para ellos, entonces el mundo sería una delicia, porque cada uno cumpliría su misión sin ofender ni herir al compañero ni a nadie. El jefe debe ser jefe, pero debe saber mandar y debe respetar las limitaciones y condiciones de cada uno, sin abusar de su autoridad ni sobrepasarse en sus órdenes. El siervo debe ser siervo, obedeciendo entienda o no entienda, pero cumpliendo con diligencia y profesionalidad su cometido.

No murmuréis unos de otros que dais mucho a la lengua y es reprochable. No Me gusta que os critiquéis y, si veis en el trabajo a alguien que comete fallos hacérselos ver con caridad y bondad y no lo humilléis hasta el punto de que se avergüence.

Todos cometéis fallos, muchos solo están ante Mi vista, ¡si supierais hasta donde llegan algunos fallos! Vosotros exigís la perfección a los demás pero sois muy solidarios con vosotros que os exculpáis de todo lo malo que hacéis. Yo, Jesús, os hablo.

Sed ejemplares en todos los lugares donde vayáis, lo mismo en la Parroquia que en el trabajo, lo mismo en la familia que en las asociaciones a las que pertenezcáis. Sed personas que nunca puedan hablar mal de vosotros porque os vean cumplir de buena voluntad y con verdadero esfuerzo vuestro cometido. Es fácil que seáis buenos en vuestras familias ya que os mueve el amor que tenéis hacia ellos, pero luego no sois lo mismo en la vecindad o en los trabajos, donde siempre estáis tratando de encontrar fallos ajenos, para divulgarlos a los demás y poner en evidencia la profesionalidad o buena reputación de aquellas personas a quienes les encontráis los fallos. Y si esto es para los seglares que vivís en el mundo, mucho más vale para los monasterios, conventos o seminarios donde vuestro ejemplo debe ser un deber excepcional por dedicaros a la vida consagrada. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo.








12 de marzo de 2017

DESEO QUE TENGÁIS PAZ Y VENGÁIS A MI SAGRARIO A CONTARME VUESTRAS AMARGURAS



Hijos Míos, que cada día libráis batallas sin tregua alguna, venid hijos, venid a Mí que estoy deseando de daros Mi paz y Mi amor. Yo, Jesús, os hablo.

Cuantas lágrimas derramáis a escondidas pero que Yo las veo. Cuantas penas sobrelleváis con la familia, con el trabajo, con las injusticias que os hacen. También vosotros sacerdotes sufrís la injusticia y la incomprensión dentro de vuestro entorno, por vuestros mismos compañeros de ministerio y por vuestros feligreses. Pero Yo veo vuestros corazones, vuestras rectas intenciones, vuestros verdaderos deseos de darme gloria y amor y eso no se Me escapa. Venid a Mi Sagrario y contadme todo como si Yo no lo supiera, todas vuestras penas y amarguras, porque os sentiréis aliviaros de descargarlas en Mi divino Corazón.

Yo Soy un Dios de amor y nada deseo más para Mis almas que el amor, la paz, el gozo, la fortaleza. Pero vosotros tenéis que colaborar y ofrecedme vuestras amarguras para que Me sirvan para otras personas que como vosotros sufren y sufren y nadie reza por ellas. No se pierde ni uno solo de los sufrimientos que ofrecéis, Yo lo recojo todo y Mi Santa Madre Me los presenta y los aplica a las muchas necesidades que hay en el mundo y en la Iglesia Católica.

No desfallezcáis por las pruebas que os vienen y que parecen que nunca van a terminar. Os acostáis y cuando os levantáis, de nuevo empieza la batalla, y parece que nunca va a tener fin. Hijos, el sufrimiento bien llevado y ofrecido os santifica inmensamente. Es la mejor penitencia que podéis ofrecerme, pero también deseo que tengáis paz y vengáis a Mi Sagrario a contarme vuestras amarguras para que salgáis reconfortados del rato que estéis Conmigo. Yo os escucho y os doy Mi gracia para que podáis resistir. El Maligno desea hundiros, pero el Maligno Conmigo no puede y si os arrimáis a Mí él terminará huyendo porque Mi presencia no la soporta ni la de Mi Santa Madre a quien odia enormemente.

Acudid a María Santísima, Madre de Dios y Madre de las almas, Ella os espera con los brazos abiertos. Estad también un ratito a Su lado contándole vuestras penas y Ella también os reconfortará, porque aunque no os hablemos con la voz, en el corazón os daremos paz y fortaleza, y si os acostumbráis a venir al Sagrario a contar vuestros sinsabores, cada día más necesitareis acudir por el beneficio que vais recibiendo en el interior de vuestras almas. Los grandes santos padecieron mucho pero supieron buscar el consuelo en el Sagrario, en la Eucaristía, en los Sacramentos, sin ellos, la mayoría no hubieran podido aguantar las terribles batallas y tentaciones que padecieron y que les alcanzaron el grado de gloria que hoy tienen. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo. Mi paz a Mis verdaderos hijos y pequeñas almas que están padeciendo.