Nos quejamos de que el mal ha tomado una gran dimensión en todos los colectivos, pues se ha perdido la conciencia de pecado. Consecuencia de esto es el alejamiento de Dios. Nos hemos apartado de Él y vamos a nuestro arbitrio. La Virgen, que vivió tan unida a Dios, nos da el consejo para evitar todo esto, consejo que no podemos relegar: HACED LO QUE ÉL OS DIGA. Y sólo cuando hagamos lo que Dios nos dice, las cosas cambiarán. Mientras, el mal seguirá avanzando. Acatemos pues lo que la Virgen nos dice, Ella nos ayudará. contador de visitas

26 de diciembre de 2016

FAMILIAS ENTERAS SE HAN ROTO POR MENUDENCIAS QUE NO TIENEN MAYOR IMPORTANCIA



Hijos de Dios, nada hay más grande en vuestra existencia que ser hijos de  Dios, porque solo Él es santo y es el único que os devolverá bien por mal. Yo, Jesús, os hablo.

Hijos de Mi divino Corazón, estáis batallando sin cesar batallas de las cuales muchas no tienen mayor importancia. Os lleváis irritaciones por verdaderas tonterías, cosas pasajeras, que nada tienen que ver con Mis planes, y sin embargo, desecháis lo que os inspiro que tanto bien harían a otras almas, incluidos a vuestros familiares.

Debéis dedicar más tiempo al discernimiento, a valorar y sopesar lo que debe secundarse y lo que no, y lo mismo que lo hacéis en situaciones concretas y personales, en el plano espiritual debéis saber valorar lo que es trigo de lo que es cizaña. Nunca os olvidéis que Mi adversario no para ni un momento de meteros ideas negativas, cosas que os quiten la paz, recuerdos ya añejos, y vosotros, os dejáis influir por estas cosas que ya no tienen mayor importancia.

Hijos, sed más responsables con las decisiones que toméis, sobre todo, con las que tienen que ver con el bien de vuestras almas. Familias enteras se han roto por menudencias que no tienen mayor importancia, y vosotros, secundáis mucho todo aquello que os afecta a vuestro amor propio. Esto va también para sacerdotes que a algunos les afecta mucho la actitud de algunos feligreses o de sus superiores. Hijos, que poco os amamantáis de Mi Pasión y en las humillaciones que por vuestro amor padecí, y que poco imitáis a Mi Santa Madre cuya prudencia y silencio eran edificantes. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo.

Queréis ser felices, tener paz en el alma, pero luego colaboráis poco con la gracia de Dios, porque os dejáis influenciar mucho por vuestro amor propio, por vuestra reputación que la queréis brillante, y no hijos, no, porque no siempre se puede ganar en todos los campos, pero si tenéis que ganar que sea en el campo espiritual, en Mis filas, porque el campo terrenal es pasajero y no os traerá la paz y la felicidad que tanto añoráis y que necesitáis.

Solo quien vive unido a Mí tiene paz, pero vivir unido a Mí es caminar siempre en lo que Yo disponga. No se trata solo de creer en Mí, sino de hacer en cada instante, EN CADA INSTANTE, HIJOS, Mi voluntad. Vivid siempre preparados en todo momento por si os llamara a Mi presencia, que nunca la muerte os pille desprevenidos. Pedid perdón por vuestros pecados aunque ya sean pasados y reparad por ellos y los de vuestra familia, porque Yo sumo y sumo todo el bien que hagáis aunque nadie más que Yo lo vea. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo. Paz a todo aquel que leyendo este mensaje lo cree y lo pone en práctica.








20 de diciembre de 2016

ERAN HOGUERAS INCANDESCENTES LO QUE SENTÍAN EN EL PECHO POR MI VENIDA




Hijos Míos, ya llega la conmemoración de Mi nacimiento y Mis padres José y María se conmueven ante esta fecha tan especial para ellos. Yo, Jesús, os hablo.

Ellos Me recibieron con el corazón ardiendo de amor. Eran hogueras incandescentes lo que sentían en el pecho por Mi venida: el Mesías esperado de tantos siglos. Ellos iban a ser los primeros en verlo, en adorarlo. No podéis imaginar el gozo inefable de Mis padres, no sabían que decirse mutuamente ante tanta grandeza, y solo con las miradas y con lágrimas y en silencio, se entendían perfectamente. Quienes quieran vivir la Navidad como ellos la vivieron, que se recojan en silencio y mediten tan sublime misterio. Vosotros los hombres lo hacéis al revés, pandereta, canticos, ruidos, vino, copas y de todo menos oración, y son pocos los que se recogen en silencio para adentrarse en el misterio más grande de la Humanidad: Mi nacimiento, el nacimiento del Hijo de Dios Altísimo: El Redentor.

Mi Madre asombrada hasta la saciedad, no salía de su asombro ante tanta magnificencia, Ella en su pequeñez había concebido al Hijo de Dios, el esperado, el anunciado por tanto tiempo, y José Mi padre, al igual que María enmudecía de gozo y de sentirse indigno ante tanta grandeza. Después los pastores vinieron a adorarme y ellos no salían de su asombro. Todo un misterio de amor protagonizado por la Sagrada Familia, unos seres insignificantes socialmente y que pasaban desapercibidos ante cualquier persona.

Porque hijos, Yo Dios, hago así las cosas, escojo a personas insignificantes socialmente pero grandes ante mi mirada, personas que no se envanecen de lo que les otorgo, personas que no se dan gloria a sí mismas sino que toda gloria Me la reservan a Mí. Y Yo, hecho Niño, de verme en brazos de Mis padres me llenaba también de gozo y alegría inmensas, ante lo que ellos sentían y la fe y el amor que Me profesaban.

Habéis convertido la Navidad en una fiesta pagana y solo pensáis en la comida y en la jarana, pero pocos pensáis en los misterios divinos que en esta época se protagonizaron. Los Ángeles siguen exultando de alegría en la conmemoración de la Navidad y cantan y vitorean a Dios hecho Hombre, como en aquellos días que ahora conmemoráis. Yo, Jesús, os hablo. Mi paz a todo aquel que leyendo estos mensajes los cree y los pe en práctica.








15 de diciembre de 2016

UNA ESPADA LE ATRAVESÓ EL ALMA



Hijos benditos de Mi Sagrado Corazón, os veo cada día y a cada instante y veo como muchísimos de vosotros estáis sufriendo y pasando pruebas y tribulaciones. Yo, Jesús, os hablo.

Hijos, esas pruebas que ahora os parecen tan duras, que a algunos os parecen hasta un infierno, pasarán, son caducas y no son un infierno, más bien ellas bien llevadas os libraran del Infierno. Por tanto hijos, resistid, aguantad y uníos a Mí en esos momentos que tanto os duelen. Muchos con familiares que han perdido inesperadamente, niños que también sufren porque no entienden, hijos Yo estoy con vosotros y no os abandono, pero vuestro sufrimiento bien llevado y ofrecido ayudan a ir venciendo el mal que en tantas partes del mundo impera y está venciendo. El sufrimiento es un arma poderosísima para vencer el mal cuando se mira y se acepta con los ojos de la fe, y se ofrece al Altísimo. Vuestras tribulaciones pasaran pero las de los que se condenan serán eternas, y vuestras penas y amarguras ayudan a salvar almas y a vencer el mal si sabéis vivirlas con espíritu de fe y sin desesperaros. Yo, Jesús, os hablo.

No es un castigo que os mando, no hijos, no, es participar de Mi Pasión según vuestras disposiciones y según vuestras fuerzas. Unid vuestras amarguras a las Mías y a las de Mi Santa Madre que fueron inmensas, y que tal como le anunció el anciano Simeón una espada le atravesó el alma (Lc 2, 35). Y vosotros que pasáis ahora tribulaciones cotidianas, tribulaciones que son pasajeras, os desmoralizáis porque creéis que no os escucho y que Me he olvidado de vosotros. Nada Me ofende más que ese pensamiento, Yo no Me olvido nunca de Mis criaturas y las amo en la misma medida cuando están en sufrimiento que cuando están en gozo, esto hijos, lo tenéis que creer así, porque si pensáis que no os amo cuando estáis en el sufrimiento Me ofendéis sensiblemente y Me duele más que nada en el mundo si pensáis que Yo dejo de amaros. Yo, Jesús, os hablo.

Ayudaros mutuamente rezando unos por otros. Lo mismo que ayudaríais a llevar una carga pesada a alguien que no pudiera con ella en el plano material, ayudaros lo mismo en el plano espiritual. Rezad por los que sufren pero no lo hagáis por rutina, sino de corazón, con el deseo inmenso de ayudar, porque la oración hecha de corazón y en unión Conmigo tiene mucha fuerza, mucha más que las oraciones de multitudes de personas que no lo hagan ni de corazón ni en unión conmigo. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo. Mi paz a todo aquel que sufriendo cree en Mi amor hacia él.