Nos quejamos de que el mal ha tomado una gran dimensión en todos los colectivos, pues se ha perdido la conciencia de pecado. Consecuencia de esto es el alejamiento de Dios. Nos hemos apartado de Él y vamos a nuestro arbitrio. La Virgen, que vivió tan unida a Dios, nos da el consejo para evitar todo esto, consejo que no podemos relegar: HACED LO QUE ÉL OS DIGA. Y sólo cuando hagamos lo que Dios nos dice, las cosas cambiarán. Mientras, el mal seguirá avanzando. Acatemos pues lo que la Virgen nos dice, Ella nos ayudará. contador de visitas

30 de septiembre de 2016

TODAS LA PERSONAS DEL MUNDO SON IMPORTANTES PARA MÍ




Hijos Míos, hay muchas clases de personas en el mundo y todas son importantes para Mí. Yo, Jesús, os hablo,

No creáis que Soy como vosotros que solo os gustan las personas simpáticas, generosas o serviciales. Yo Soy un Dios universal que ama a todas las almas, pecadoras o no, bondadosas o no, serviciales o no. Pero sí es verdad que a aquellas almas que Me sirven en fidelidad y amor las lleno de bendiciones, porque para ellas hasta una tribulación se convierte en bendición, porque saben que todo es fruto de Mi amor. Así que hijos, no Me pongáis a vuestra altura y creáis que solo amo a los santos, Yo amo a todo el mundo y todos sois importantes para Mí, pero muchos, muchos de vosotros, no os dais ni cuenta, ni lo sabéis apreciar. Yo, Jesús, os hablo.

Yo quisiera que todas las almas Me amaran, Me adoraran, Me honraran cada día en la situación que ese día les toque vivir. Todos los días no son lo mismo para vosotros. Hay días buenos y días de oscuridad, días de felicidad y días de tribulación, lo mismo que en la naturaleza hay días de sol y días de chubascos, así pasa en la almas, porque Mi sabiduría infinita lo dispone así para santificaros más y mejor y para que confiéis plenamente en Mí, y en los días de tribulación os acerquéis a pedirme ayuda, porque Yo deseo que vengáis a Mí para todo, para darme las gracias y para pedirme ayuda.

Los grandes santos de la historia han tenido esos momentos de verdadera felicidad celestial, incluso éxtasis, y también han tenido días de oscuridad, de amargura y tribulación. Es así como os tenéis que santificar y alcanzar la virtud, aceptando con el mismo amor y confianza hacia Mí el gozo como la amargura, porque Yo Soy inmutable y os amo lo mismo en los días de consolación como en los días de aflicción, y así quiero que Me améis vosotros a Mí, con la misma intensidad en los días de consolación como en los de tributación, pues de esta forma Me dais mucha gloria, porque es aceptar en cada momento Mi voluntad y lo que dispongo para vosotros, para ayudaros a crecer en virtud y santidad. Yo, Jesús, os hablo.

Tanto Me honráis cuando sois felices y Me dais las gracias como cuando llama a vuestras puertas la amargura y venís a pedirme ayuda. Tanto Me honra que Me tengáis agradecimiento como si Me pedís fuerzas para soportar la cruz, y si Yo llevé la Cruz no penséis que a vosotros os la voy a evitar, porque Yo quiero otros cristos en la Tierra y no santos de conveniencia, sino santos reales de los que en cada momento saben glorificarme sea con la dicha o con la cruz. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo.








25 de septiembre de 2016

MI MADRE NO PERMITIRÁ QUE GANEN LA BATALLA DEL MAL




Hijos de Dios, quiero manifestaros que estáis en el mundo rodeado de demonios de toda clase y que debéis llevar armas y estar preparados para que su veneno no os lo inoculen en el alma. Yo, Jesús, os hablo.

No importa que seáis sacerdotes, obispos u otros cargos eclesiásticos, los demonios están entre vosotros, tratando de hundiros lo más profundo posible en el abismo infernal, y dándoos toda clase de tentaciones, que para que no sepáis que son ellos los que os inoculan el mal, lo disfrazan de programas de televisión, de películas, de revistas y de amistades pecaminosas, que no saben decir más que palabras soeces, y tacos de toda clase.

Cuidad de vuestros pequeños, que a los niños también persiguen los demonios y los tenéis muy mal preparados y protegidos para las batallas del mal. No les enseñáis a santiguarse, no les enseñáis a rezar, no los lleváis al Templo, y sin embargo, que avispados están en otras muchas cosas que para su corta edad no deberían saber. Yo, Jesús, os hablo.

Estáis rodeados de malignos espíritus en todos los sitios, y en las familias también, por eso tened imágenes bendecidas y veneradlas para que ellos huyan despavoridos a lugares donde deben estar y no entre vosotros. Ellos están eufóricos porque creen que han conquistado el mundo y se jactan de ello, pero no hijos, Mi Madre es la que puede con todos ellos y no permitirá que ganen la batalla del mal, porque Ella y Mis Santos Ángeles con San Miguel a la cabeza, los expulsaran sin miramientos hacia los abismos infernales. Todo en su momento. Ahora vuestra mayor preocupación debe ser vivir en estado de gracia. 

Hijos, borrad pecados de vuestras almas que muchos los tenéis bien arraigados y tratad de humillaros ante Dios Altísimo y pedirle Su misericordia y Su gracia para no volver a caer en la tentación. Propagad este mensaje, dadlo a conocer a personas que viven tan seguras de su situación espiritual y de sí mismas. Id a los confesionarios, lavaros en el Sacramento de la Penitencia y no ocultéis ni un solo pecado por aberrante que sea, porque entonces saldréis del confesionario peor que entrasteis. Yo, Jesús, os hablo y os informo. 

Todo esto también va para los sacerdotes que algunos creen que porque son sacerdotes no necesitan la confesión ni el perdón en el confesionario, y nada más lejos, ellos deben confesar a menudo aunque no tengan pecados mortales para que se fortalezcan, y ayuden a otros a librar las muchas batallas que personal y colectivamente les vendrán. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo. Paz a todo aquel que leyendo este mensaje lo cree y lo pone en práctica.






 

22 de septiembre de 2016

LA POCA FE QUE TENÉIS SE APAGA COMO EL PÁBILO DE UNA VELA



Hijos Míos, el Cielo entero está afligido por lo que ven en vosotros, esa dejadez, esa acidia por no querer salir del pecado, del vicio, de la imperfección y hasta en los conventos donde deberían de ser escuelas de amor y perfección, se ven situaciones de envidias, rencillas y chismorreos. Yo, Jesús, os hablo.

Habéis nacido para servirme en esta vida y después gozar la bienaventuranza eterna en la otra junto a Mí, junto a Mi Santa Madre, vuestros Ángeles Custodios y todos los bienaventurados, pero malgastáis el tiempo en esta vida tan afanados en asuntos materiales, que si bien algunos son importantes, vosotros aún les dais más importancia de la que tienen. 

Hijos, ¿cómo os puedo convencer de que debéis de cambiar de costumbres y de tener vida espiritual? Leed el Santo Evangelio, leed libros espirituales que os nutran la mente de consejos y reflexiones sabias, no os dediquéis solo a ver la televisión, esos programas degradantes que no solo no os enriquecen sino que os influyen tan negativamente en vuestros criterios y costumbres. Sed personas más espirituales. Hay quienes pasan días y días sin santiguarse ni una sola vez, y cuando os acordáis de Mí lo hacéis para criticarme o juzgarme. Pero Yo, hijos, sigo esperándoos un día y otro y otro. Espero cada día que tengáis una palabra de afecto hacia Mí o de agradecimiento, espero que entréis en una Iglesia y Me hagáis aunque solo sea una genuflexión, espero que miréis una imagen de Mi Santa Madre y le digáis algo agradable, no Me hagáis esperar en vano. Yo, Jesús, os hablo. 

Tengo hambre y sed de vosotros, de vuestros afectos, de vuestro agradecimiento, de vuestro respeto y amor, pero no hijos, no, no Me dais nada y os tendré que decir también a vosotros: tuve hambre y no Me disteis de comer, tuve sed y no Me disteis de beber (Mt 25,35). Por tanto hijos de Mi divino Corazón, llegaos a Mí y habladme. Entrad a un Templo y poned a Mis pies vuestros asuntos y problemas, aunque sean materiales, encomendádmelos, Yo ayudo siempre a quienes vienen a Mí de corazón y Me piden ayuda. Os falta fe porque no la alimentáis con visitas al Santísimo, con diálogos Conmigo, con santas lecturas, con la Palabra Divina. La poca fe que tenéis se apaga como el pábilo de una vela y cuando se os apague del todo, habréis perdido el tesoro mayor que un ser humano pueda tener. Yo, Jesús, os hablo. 

Hijos, no deis lugar a ello, proponeos unas santas y espirituales costumbres aunque sean pocas y cortas. Una visita al Sagrario siempre que podáis aunque solo sea un minuto. Un Avemaría antes de acostaros, un santiguarse de vez en cuando, sobre todo en las tentaciones. Hijos, pocas cosas, pero hechas con constancia y de corazón os valdrán para aumentar vuestra fe y amor hacia Mí, porque Yo os supliré con Mi gracia y no os dejaré. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo.