Nos quejamos de que el mal ha tomado una gran dimensión en todos los colectivos, pues se ha perdido la conciencia de pecado. Consecuencia de esto es el alejamiento de Dios. Nos hemos apartado de Él y vamos a nuestro arbitrio. La Virgen, que vivió tan unida a Dios, nos da el consejo para evitar todo esto, consejo que no podemos relegar: HACED LO QUE ÉL OS DIGA. Y sólo cuando hagamos lo que Dios nos dice, las cosas cambiarán. Mientras, el mal seguirá avanzando. Acatemos pues lo que la Virgen nos dice, Ella nos ayudará. contador de visitas

31 de agosto de 2016

FORTALECED VUESTRAS FAMILIAS CON LA ORACIÓN CONSTANTE COMO SE RIEGA UN ARBOL PARA QUE SUS RAMAS NO SE SEQUEN



Hijos Míos, que alterados e inquietos os veo pensando cada vez más en los últimos tiempos y en los acontecimientos anunciados. Pero Yo os pido que os dejéis de conjeturas y haced más oración y más sacramentos, porque si no tenéis el alma preparada para Mi venida, de nada os servirá tanto especular. Yo, Jesús, os hablo.

Hijos, entendéis muy mal la vida espiritual. Muchos os cargáis de Rosarios y Novenas pero luego no sabéis perdonar, y no sabéis ayudar al prójimo en sus necesidades. La caridad la tenéis muy floja, y debéis ser más serviciales. Santidad es servicio y servicio a los demás, porque todo lo que hagáis al prójimo a Mí Me lo hacéis. Por tanto hijos, examinaros más a menudo vuestro interior y tratad de enmendad esos vicios o malas costumbres que tenéis y que os esforzáis poco en erradicarlas. Ofrecedme vuestros pesares, vuestras angustias, vuestros miedos, poco confiáis en Mí cuando no contáis Conmigo para que os ayude en todo lo que os agobia. Ya os lo dije en Mi vida pública, Venid a Mí  todos los que estáis cansados y agobiados que Yo os ayudaré (Mt 11,28), pero pocos lo hacéis, y así os va.

Sacerdotes, muchos de vosotros estáis sufriendo por ser rectos y  defender Mi doctrina, venid a Mi Sagrario, a contarme vuestras penas como si Yo no las supiera, y veréis lo reconfortados que salís de estar Conmigo. Yo, Jesús, os hablo.

Hijos, fortaleced vuestras familias con la oración, aplicad a las mismas los sacramentos, el Rosario, la Misa, porque todo lo que hagáis por vuestra familia y sus componentes es poco. También la familia espiritual de los grupos de oración y asociaciones, parroquias, también ofreced por ellos Misas y Rosarios, porque hay que fortalecerlas con el riego de la oración constante como se riega un árbol con lluvia o agua, para que sus ramas sean frescas y verdes y no se sequen. Lo mismo en las familias para que sus miembros no se desquicien y no se desmadren. Fortalecedlos con vuestra oración que Yo la escucho y Mi Santa Madre las aplica a todo lo que vosotros pedís. Yo, Jesús, os hablo y os escucho.

No seáis perezosos para rezar ni para acudir a la Santa Misa diaria. Acostumbraos a oírla cada día que no sabéis bien la de gracias que trae, no solo para vosotros y vuestra familia, sino también para el Cuerpo Místico de Mi Iglesia, e incluso para la Humanidad, porque todo lo que hagáis por amor a Dios repercute en todo el mundo, en unos más en otros menos, pero repercute, porque Yo que Soy magnánimo así lo dispongo. Si hijos, si, creed en que Soy magnánimo y lo que más deseo es vuestro bien y vuestra felicidad, nadie como Yo así lo desea. Yo, Jesús, os hablo y os informo.








20 de agosto de 2016

MI MADRE Y YO SOMOS DOS ARCAS DE SALVACIÓN QUE NADIE COMO NOSOTROS OS SABREMOS GUIAR




Hijos Míos, ¿quién ante una situación de peligro no se salvaguarda de la misma, bien ocultándose en refugios, o amparándose ante alguien que pueda protegerlo? Esto hasta un niño lo pone en práctica. Pues bien hijos, vosotros todos tal y como está la sociedad, estáis en situaciones de peligro constantemente, porque creéis que porque una ley sea aprobada si la cumplís, no hacéis mal. Yo os digo, ¡ay de aquel que se salte la Ley de Dios y ponga a cambio las leyes inicuas que hoy están aprobando! Refugiaos hijos, refugiaos en Mi Santa Madre y amparaos en Ella, porque por ser Madre nadie como Ella os ama, y por ser Mi Madre todo lo puede porque así Yo lo he dispuesto desde siempre. Yo, Jesús, os hablo.

¡No podéis abortar a vuestros hijos! Y esto no solo va por las madres que lo deciden, sino por las familias que lo apoyan, por el equipo médico que lo hace, y también por el padre de la criatura que no está exento de culpa.

No creáis que de algo os va a servir decir ante el juicio de vuestras almas, que era lícito hacerlo y la ley lo aprobaba. No será porque no os lo he advertido varias veces, pero los abortos siguen y siguen y esto os traerá a toda la Humanidad un castigo inmenso. Los que no abortan y no aprueban el aborto deben de orar más para que se evite y ofrecer sacrificios. No basta con lamentar y criticar, hay que colaborar con oraciones y con toda clase de penitencias, porque muchos se evitarían si los católicos que no están a favor del aborto rezaran y se sacrificaran más. Yo, Jesús, os hablo.

Madres, informad a vuestras adolecentes del peligro tan grande que es para su alma e incluso para su vida un aborto, y que no lleguen a esos extremos si han tropezado en esa piedra, porque en esta vida si se quiere hay soluciones para todo y no hay que llegar a esos extremos terribles de interrumpir una vida,  porque muchos abortos se evitarían si los católicos que no están a favor, rezaran y se sacrificaran más. Yo, Jesús, os hablo.

A los sacerdotes les pido que informen y reivindiquen el derecho a la vida en sus homilías, y sobre todo en las confesiones. Informen de la monstruosidad que es malograr una vida humana voluntariamente. Que se hagan cursillos de información adecuada a los que se quieren casar, para que sepan que una vida que Dios desea que exista, nadie debe malograrla. Yo, Jesús, os hablo.

Refugiaos hijos, refugiaos en nuestros Sagrados Corazones donde os daremos la gracia y la paz necesarias para salir adelante. Mi Madre y Yo somos dos arcas de salvación que en tiempos de tempestad nadie como nosotros os sabremos guiar hacia los caminos de Dios. Yo, Jesús, os hablo.








15 de agosto de 2016

ACLAMAD AL SEÑOR HIJOS DE LOS HOMBRES Y BENDECIDLO CONSTANTEMENTE




Aclamad al Señor, hijos de los hombres, aclamadlo y bendecidlo constantemente, porque Él os rescató de la muerte y os abrió las puertas del Cielo. Yo, Jesús, os hablo.

Son muy pocas las almas que vienen a Mí a alabarme y darme gracias por Mi bondad, y Yo también necesito adoradores y que Me agradezcan el amor que les profeso incesantemente, por eso, incesantemente quisiera que se Me alabase y se Me adorase, pues es propio de un Dios ser alabado y adorado.

Aunque las cosas no os salgan bien, alabadme. Yo todo lo hago y lo dispongo para vuestro bien, incluso lo más negativo que os ocurra, porque Mi bondad y omnipotencia es tal, que saco un bien de todo lo negativo y malo que os ocurra. No os sumerjáis en el sufrimiento viéndolo como un enemigo, solo ved que es algo que Yo consiento para vuestra santificación, y que el mismo, os libra a veces y no pocas, de muchos males peores que os podrían llevar a la perdición eterna.

Un verdadero padre que ama a sus hijos no les da nunca cosas malas, incluso si les da un azote es por su bien. Yo Soy un buen Padre cuyo amor por vosotros es infinito, y  a veces os tengo que dar un azote para que os despabiléis y abráis los ojos. Hijos, tenéis que comprender que todo lo permito o lo dispongo para vuestro bien. Quiero que tengáis fe en esto, porque si os lo demostrara claramente no tendrías el mérito de la fe, por tanto hijos, aceptad vuestras cruces, ellas no son eternas y muchas ni siquiera son perpetuas, debéis de aceptarlas y hasta amarlas, porque Yo así lo he dispuesto y así lo he decidido en Mi amor y bondad infinitos hacia vosotros. Yo, Jesús, os hablo.

Pero hay cruces que os vienen por vuestras malas gestiones y vuestros malos pasos, pues aun así hijos, Yo estoy pendiente de que ellas no os lleven a la perdición eterna, y siempre tenéis Mi gracia para superarlas y para vencerlas, pero claro, no coacciono vuestra libertad  ni os condiciono para nada, solo espero pacientemente que Me ofrezcáis el dolor voluntariamente ya que muchos no habéis sido capaz de ofrecerme ni adoración ni bendición. Ahora en el sufrimiento ofrecédmelo y no dudéis que el ofrecimiento es a vosotros los primeros que os beneficiará, porque el mismo, Me hará olvidar muchos malos pasos que habéis dado en la vida y muchas ofensas que Me habéis hecho. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo.