Hijos Míos,
¿quién ante una situación de peligro no se salvaguarda de la misma, bien ocultándose
en refugios, o amparándose ante alguien que pueda protegerlo? Esto hasta un
niño lo pone en práctica. Pues bien hijos, vosotros todos tal y como está la
sociedad, estáis en situaciones de peligro constantemente, porque creéis que
porque una ley sea aprobada si la cumplís, no hacéis mal. Yo os digo, ¡ay de aquel
que se salte la Ley de Dios y ponga a cambio las leyes inicuas que hoy están aprobando!
Refugiaos hijos, refugiaos en Mi Santa Madre y amparaos en Ella, porque por ser
Madre nadie como Ella os ama, y por ser Mi Madre todo lo puede porque así Yo lo
he dispuesto desde siempre. Yo, Jesús, os hablo.
¡No podéis
abortar a vuestros hijos! Y esto no solo va por las madres que lo deciden, sino
por las familias que lo apoyan, por el equipo médico que lo hace, y también por
el padre de la criatura que no está exento de culpa.
No
creáis que de algo os va a servir decir ante el juicio de vuestras almas, que era
lícito hacerlo y la ley lo aprobaba. No será porque no os lo he advertido varias
veces, pero los abortos siguen y siguen y esto os traerá a toda la Humanidad un
castigo inmenso. Los que no abortan y no aprueban el aborto deben de orar más
para que se evite y ofrecer sacrificios. No basta con lamentar y criticar, hay
que colaborar con oraciones y con toda clase de penitencias, porque muchos se
evitarían si los católicos que no están a favor del aborto rezaran y se
sacrificaran más. Yo, Jesús, os hablo.
Madres,
informad a vuestras adolecentes del peligro tan grande que es para su alma e
incluso para su vida un aborto, y que no lleguen a esos extremos si han
tropezado en esa piedra, porque en esta vida si se quiere hay soluciones para
todo y no hay que llegar a esos extremos terribles de interrumpir una vida, porque muchos abortos se evitarían si los
católicos que no están a favor, rezaran y se sacrificaran más. Yo, Jesús, os
hablo.
A los sacerdotes
les pido que informen y reivindiquen el derecho a la vida en sus homilías, y
sobre todo en las confesiones. Informen de la monstruosidad que es malograr una
vida humana voluntariamente. Que se hagan cursillos de información adecuada a
los que se quieren casar, para que sepan que una vida que Dios desea que exista,
nadie debe malograrla. Yo, Jesús, os hablo.
Refugiaos
hijos, refugiaos en nuestros Sagrados Corazones donde os daremos la gracia y la
paz necesarias para salir adelante. Mi Madre y Yo somos dos arcas de salvación
que en tiempos de tempestad nadie como nosotros os sabremos guiar hacia los
caminos de Dios. Yo, Jesús, os hablo.
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