Hijos benditos de Mi Sagrado
Corazón, os veo cada día y a cada instante y veo como muchísimos de vosotros estáis
sufriendo y pasando pruebas y tribulaciones. Yo, Jesús, os hablo.
Hijos, esas pruebas
que ahora os parecen tan duras, que a algunos os parecen hasta un infierno,
pasarán, son caducas y no son un infierno, más bien ellas bien llevadas os
libraran del Infierno. Por tanto hijos, resistid, aguantad y uníos a Mí en esos
momentos que tanto os duelen. Muchos con familiares que han perdido inesperadamente,
niños que también sufren porque no entienden, hijos Yo estoy con vosotros y no
os abandono, pero vuestro sufrimiento bien llevado y ofrecido ayudan a ir
venciendo el mal que en tantas partes del mundo impera y está venciendo. El
sufrimiento es un arma poderosísima para vencer el mal cuando se mira y se
acepta con los ojos de la fe, y se ofrece al Altísimo. Vuestras tribulaciones
pasaran pero las de los que se condenan serán eternas, y vuestras penas y amarguras
ayudan a salvar almas y a vencer el mal si sabéis vivirlas con espíritu de fe y
sin desesperaros. Yo, Jesús, os hablo.
No es un castigo que
os mando, no hijos, no, es participar de Mi Pasión según vuestras disposiciones
y según vuestras fuerzas. Unid vuestras amarguras a las Mías y a las de Mi Santa
Madre que fueron inmensas, y que tal como le anunció el anciano Simeón una
espada le atravesó el alma (Lc 2, 35). Y vosotros que pasáis ahora tribulaciones
cotidianas, tribulaciones que son pasajeras, os desmoralizáis porque creéis que
no os escucho y que Me he olvidado de vosotros. Nada Me ofende más que ese
pensamiento, Yo no Me olvido nunca de Mis criaturas y las amo en la misma
medida cuando están en sufrimiento que cuando están en gozo, esto hijos, lo tenéis
que creer así, porque si pensáis que no os amo cuando estáis en el sufrimiento
Me ofendéis sensiblemente y Me duele más que nada en el mundo si pensáis que Yo
dejo de amaros. Yo, Jesús, os hablo.
Ayudaros mutuamente rezando
unos por otros. Lo mismo que ayudaríais a llevar una carga pesada a alguien que
no pudiera con ella en el plano material, ayudaros lo mismo en el plano
espiritual. Rezad por los que sufren pero no lo hagáis por rutina, sino de
corazón, con el deseo inmenso de ayudar, porque la oración hecha de corazón y
en unión Conmigo tiene mucha fuerza, mucha más que las oraciones de multitudes
de personas que no lo hagan ni de corazón ni en unión conmigo. Yo, Jesús, os
hablo y os instruyo. Mi paz a todo aquel que sufriendo cree en Mi amor hacia él.
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