Hijos Míos, hijos
también de Mi Santísima Madre Inmaculada. Deseo que la honréis como Ella se
merece, reparándola en los muchos ultrajes que recibe y en las muchas
blasfemias que la afrentan, y lo que debería de ser para todos vosotros un gozo
inefable, para muchísimos es un motivo de agresión y de censura constante. Yo, Jesús,
os hablo.
Muchos Me amáis de
corazón, pero sabed que gracias al sí de Mi Madre bajé a la Tierra. Ella dio el primer paso para la Redención y
debéis de considerarlo y meditar más a menudo. Ella es la Reina de los Ángeles
porque Su santidad y Su gracia divina están por encima de todos ellos. Este misterio
tan grande no lo comprendéis porque vuestra mente humana no alcanza a tanto, pero
Yo no os pido que lo comprendáis sino que lo creáis y lo defendáis. Yo, Jesús,
os hablo.
Mi Madre es tan
poderosa como Yo porque por gracia le he otorgado el poder suplicante, y todo
lo que Ella Me pide Yo no se lo niego, pues Ella en su vida terrenal no Me negó
absolutamente nada, y ahora en el Cielo Yo tampoco le niego nada. Pero lo que
le pidáis que no sea movido por intereses personales, sino por un mayor deseo
de crecer en santidad y de darme gloria a través de Ella, y de honrarla como
Madre vuestra que es.
Si conocierais la humildad
de Mi Santa Madre os extasiaría su inmensidad. Los demonios si la conocen y por
eso la odian tanto, porque saben que nadie como Ella ha alcanzado un grado tan grande
de esta virtud después de Mí. Y si grande es en la humildad también lo es en
todas Sus virtudes, Ella tuvo en plenitud todas las virtudes y los dones y
frutos del Espíritu Santo. Pero vosotros hijos, poco la honráis. Os conformáis
con unas flores de vez en cuando y el Rosario, que si bien eso lo valoramos,
Nosotros queremos que la imitéis en todo, en su prudencia, en su sencillez, en
su obediencia y en su disponibilidad a la voluntad de Dios. Yo, Jesús, os hablo.
Sed dignos hijos de
María, ¡sedlos hijos Míos! porque si no lo conseguís al menos poned el empeño y
el esfuerzo para ello. Pedidme que os ayude a pareceros a Mi Madre, pedidme la gracia
de imitarla. Siempre Me pedís cosas personales y deseos materiales. Yo no Me
niego a concedéroslo, pero hijos, debéis ser más espirituales a la hora de
hacerme peticiones, que Yo sé de sobra lo que necesitáis y lo que os falta en
el plano material. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo.
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