Queridos hermanos en Cristo. Les escribo para informarles de un hecho
milagroso que ocurrió en 1982. Les escribo porque el Corazón de Jesús me lo ha mandado, pues yo
les consulté por medio de un reloj y
varias veces me confirmó que les escribiera.
Un domingo de junio fui al puerto de Valencia
con mi nieto que tenia seis años a la Estación Marítima
y subimos a la estación que tenia dos pisos. Estaba llena de gente. Yo llevaba
una cartera de mano con los documentos del coche, el libro el Kempis con una
estampa del Sagrado Corazón de Jesús dentro y otra estampa de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro de la
que soy muy devoto, llevaba también una bolsa aparte con unos cómics para mi
nieto. Después de dos horas más o menos, decidimos bajar del segundo piso, y cogí la bolsa de los cómics pero torpe de mí,
me olvidé de coger la cartera con los documentos.
Fuimos bajando lentamente y mirando el puerto
a través de los ventanales. Tardamos una media hora en llegar al coche. Al
abrir la puerta del coche era tal la
oleada de aire caliente que me vino que tuve que abrir todas las puertas del
coche para que se ventilase, pues donde estaba aparcado daba mucho el sol.
Apoyado mientras se ventilaba en una de las puertas del coche miraba hacia la Estación Marítima.
De pronto veo venir un jovencito de unos doce años que traía una cartera y me
preguntó si era mía. Me quedé mirando al joven y le contesté que sí, me la dio
y le día las gracias. El peinado del chico me llamó mucho la atención, pero no
comprendía la razón.
Al volver a casa con mi nieto iba en silencio pensando en el peinado
del muchacho, pues me sonaba de algo y no sabía de qué. Al final caí en la
cuenta que el peinado era el del Niño Jesús que estaba en los brazos de la Virgen en la estampa del
Perpetuo Socorro, de la cual les mando una, pero no comenté nada a mi nieto.
Al llegar a casa entré en la habitación de mi nieto que tenía en la
pared un cuadro de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro y le digo a mi nieto:
Mira este cuadro (que le descolgué de la pared para que lo viera mejor) y dime
¿Qué te parece este niño? Y él me respondió: Abuelo, este niño es el que te he
ha entregado la cartera en el puerto.
Pero la cosa no termina ahí. Meses después entré en la Iglesia María del Mar
que está cerquita de la
Estación Marítima. y en uno de los altares, el más cerca a la Estación había un cuadro
de Nuestra Señora de Perpetuo Socorro, en el que el Niño Jesús, con la mirada
vuelta como indica la estampa, estaba “exactamente” mirando hacia donde yo tenía
aparcado el coche aquel día.
Ha pasado el tiempo y aún hoy día y al cabo de tantos años, está el
mismo cuadro de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro y en el mismo sitio, y aún
me conmuevo al pensar en todo lo sucedido aquel día, cada vez que entro a la
iglesia María del Mar. Les pido que me guarden el anonimato y solo pongan mis
iniciales. M.B.T. Valencia
Todo es posible para Dios, creo son personas de intenciones muy puras las que puedan recibir estos regalos del cielo, pero nadie puede entender a Dios, porque no sería Dios.
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