Hijos de Dios, el Cielo os habla para guiaros por
sendas de amor y santidad y haceros personas aptas para la Vida Eterna. Yo,
Espíritu de Dios, os hablo.
Si supierais lo que es la Vida Eterna emplearíais todos
vuestros bienes en conseguirla, haríais los más audaces trabajos y penitencias
por poder entrar, y siempre os parecería poco lo que hicierais. Pero vosotros
como ignoráis semejante bien, no tenéis ningún interés en conseguirla y pensáis muchos
que son historias que os cuentan los curas para teneros controlados. Yo,
Espíritu de Dios, os hablo.
La Vida Eterna es vivir en compañía de la Santísima
Trinidad, cuya bondad y belleza no tienen límites porque son infinitos. Es
vivir en compañía de la Santísima Virgen, cuya alma inmaculada es un gozo celestial
que solo alcazarán los que se salven. Es vivir rodeado de Ángeles y bienaventurados,
cada uno con su carisma específico y su luz particular que obtuvieron con su
santidad. Debéis desear entrar en la Vida Eterna y vivir con todos los personajes
celestiales que allí hay, porque es un sinfín de gozos que cada cual gozará
según sus méritos. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.
Pero vosotros almas mezquinas, sólo aspiráis a
bienes terrenales que nada tienen que ver con los bienes celestiales. Bienes
materiales que se quedaran en esta vida y se corromperán con el paso del
tiempo. Por tanto, hijos de Dios, esforzaos por conseguir la Vida Eterna con
obras de santidad y de aceptación a la voluntad divina, y una vez conseguida,
nadie os lo podrá arrebatar.
Invocadme para que Mi luz os guíe adecuadamente y sepáis ser
dóciles a Mis mociones. Yo, Espíritu de Dios, os hablo y os instruyo. Paz a
todo aquel que leyendo este mensaje lo cree y lo pone en práctica.
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