Los dones
que Dios da a algunas determinadas personas son para el bien de la comunidad y
de las almas y no para intereses personales. Yo, Jesús, os hablo.
Hay
quienes creen que una persona que ha recibido dones es porque tiene una
avanzada virtud, y no es así. Hay en el Infierno almas que tuvieron grandes dones
y no los supieron aprovechar, de ahí, que no creáis que porque una persona
tenga dones y haga maravillas en la comunidad, o en su grupo de oración, o en
el movimiento al que pertenezca, no por eso son personas de virtud, aunque sí
es verdad que muchas lo son pero otras muchas no. Por sus frutos los
conoceréis.
Toda
persona que es de Dios no puede producir frutos malos, quien de verdad vive en comunión
con Dios Uno y Trino no puede producir frutos malos. Los frutos son lo que Mi
Santo Espíritu da a quien vive en estado de gracia y en estrecha fidelidad a Mí.
Pero muchos cristianos católicos se buscan a sí mismos en todo, en sus charlas,
en sus opiniones, en sus escritos, si es sacerdote en sus homilías y en sus consejos,
y no hijos, no, debéis por encima de todo buscar Mi gloria y el bien de las
almas, porque quien se busca a sí mismo no da frutos de Vida Eterna y la gloria
que a Mí Me corresponde se la lleva él y no será su acción fructífera para su alma. Yo, Jesús,
os hablo.
Os quejáis
constantemente del mal tan grande que hay en el mundo, y es cierto, vosotros no
veis sus dimensiones aunque muchos las suponéis. Al mal solo se le vence con el
bien, y si grande es el mal debéis procurar que más grande sea el bien, y
debéis hacer el bien en todo momento y en todos los lugares: en casa, en la parroquia, en el trabajo, en
las amistades, en todo. La balanza
del mal tiene que vencerla la balanza del bien, las devociones, la oración, la penitencia, son bienes que podéis
hacer aisladamente y que Yo lo tendré en cuenta y lo aplicaré a contrarrestar
el mal que hay tan grande. Todo lo que hagáis en estado de gracia tiene un valor
muy grande, y todo lo que hagáis con buenas intenciones buscando Mis deseos, Mi gloria y el bien de las almas,
tiene también un valor inmenso y Yo lo bendigo con creces. Por tanto hijos, en
vez de quejaros continuamente, contrarrestar tanto mal y tan inmundicia con
obras buenas de caridad, de penitencia y con la oración, en vez de lamentarse
tanto. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo.
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