Hijos Míos, Me alegra sobremanera ver como cuando llega el día de los difuntos os volcáis
en ellos y les ofrecéis Misas, Rosarios, lleváis flores a sus tumbas y los
tenéis en vuestro recuerdo. Eso también les alegra mucho a ellos al ver que sus
seres queridos no los olvidan. Yo, Jesús, os hablo.
Pero
hijos, no esperéis a que llegue el día de los difuntos para ofrecerles
sufragios, porque ellos están muy necesitados de vuestras oraciones y esperan de
vosotros que se las ofrezcáis. A veces soñáis con ellos y es porque os reclaman
para que les recéis. Tenedles misericordia ya que ellos no pueden adquirir por sí mismos ningún mérito, pero vosotros que aún estáis en este mundo, les podéis
ayudar con la Santa Misa y demás oraciones que tanto les alivian en sus tormentos. Yo, Jesús, os
hablo.
Y si creéis
que vuestros seres queridos ya difuntos están en la otra vida y no han sido
vueltos a la nada ¿cómo es que entonces vivís como si no existiera un Más Allá
al que todos iréis? Debéis vivir más consecuentes con las verdades de vuestra
fe, porque si creéis una cosa pero luego no la ponéis en práctica, es como el
que tiene pan y pasa hambre. Haced méritos para que cuando abandonéis esta vida
tengáis el menor Purgatorio posible, porque el Purgatorio es más duro de lo que
suponéis y podéis evitar mucho tiempo en él con las indulgencias y con obras
de misericordia y viviendo una vida en estado de gracia. Yo, Jesús, os hablo.
Es de
necios que sabiendo las cosas no las pongais en práctica, porque el que las desconoce
tiene menos culpa, pero vosotros católicos tenéis culpa porque sabéis las cosas
y nos las ponéis en práctica. Creéis en el Purgatorio y no os planteáis ni
siquiera que vosotros iréis allí por mucho tiempo, si no vivís una vida más
consecuente con vuestra fe católica. Así pues hijos, haced más méritos en
vuestra existencia, que el Cielo no os lo van a regalar, y muchos de los que
van al Purgatorio han estado muy cerca de ir al Infierno, que solo por Mis misteriosos
designios y las oraciones de otras muchas almas, se han escapado del fuego eterno.
Por tanto hijos, no pongáis en riesgo
vuestra salvación eterna, bien sabéis que del Infierno no se sale nunca jamás,
no así del Purgatorio que por los sufragios que ofrezcáis por las ánimas del Purgatorio
les podéis adelantar su salida, pues ya os he dicho que los sufrimientos allí son
también pavorosos. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo.
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