Hijos de Dios, si fuerais
hijos de Reyes o Príncipes, viviríais en una nube aduladora y os creeríais importantísimos en esta
vida. Yo, Jesús, os hablo.
No así en la otra, no
así. Que los Reyes y Príncipes de este mundo en la otra vida solo son lo que
sembraron en esta vida y muchos caen directos al Infierno. Pero vosotros sois
hijos de Dios y no reflexionáis lo que esto significa, porque no os dais cuenta
de la dignidad tan grande que es ser hijo de Dios. Tratáis a vuestro Padre Celestial
sin miramiento, ignorándolo a menudo, no acudiendo a Él para alabarle, honrarle
y adorarle y a Mí que Soy Su Hijo lo mismo, solo acudís a Mí a pedirme cosas y
cosas y cosas, pero pocos os arrimáis a ofrecerme lo escaso o mucho que
tengáis. Yo, Jesús, os hablo.
Me duele vuestra actitud,
tanto como os dolería a vosotros que vuestros hijos no os hicieran caso para
nada, o solo os recordaran que sois sus padres cuando necesitan dinero o que le
hagáis algún favor o servicio. Reflexionad hijos, reflexionad, porque esto
duele inmensamente a Mi Santa Madre a la que también la tenéis muy abandonada,
aunque a veces la honréis algo. Ella se merece más. Hablo por supuesto en
general, porque hay almas y sacerdotes que se Me ofrecen, que viven
sacrificados por Mi causa, que tratan de darme lo máximo posible y aun así les
parece poco.
Esas almas son Mi
consuelo y el de Mi Santa Madre, ellas nos resarcen de tanto olvido y de tanto
deprecio que recibimos y, Mi Madre aun así, sigue intercediendo por vosotros y por
vuestra conversión auténtica, porque como no os reconvirtáis, pocos alcanzareis
el Cielo y los que se salven pasarán primero por un duro Purgatorio. Yo, Jesús,
os hablo.
Os hablo así no para
crearos malestar de conciencia sino para ayudaros a reflexionar. Para que humildemente
os acerquéis a Mi Sagrario y Me deis amor, fe y gloria. La humildad Me consuela
mucho en las almas pecadoras, porque ya reconocer que lo sois es un paso hacia adelante
para reconvertirse, pero ya se encargará Mi enemigo mortal de quitaros las
ganas y de meteros la cizaña. Seguid la voz de Mi Santo Espíritu, Él os guiará
como nadie, no hagáis caso al Maligno que siempre dice lo contrario de lo bueno
que deseáis hacer y os cambia la intención. Hijos, cuando tengáis una buena
inspiración seguidla y si tenéis dudas consultad a algún buen sacerdote, pero
no hagáis lo que os sugiere Mi enemigo mortal, porque lo que quiere es alejaros
de Mí y que Mi gracia no os haga efecto. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo.
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