Hijos de Dios, vivid todos unidos bajo el patrocinio
de un solo Padre, una sola Iglesia y una sola Comunión con los santos, porque
esa unión da mucha gloria a Dios. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.
Quien se crea que vive en estrecha unión con Dios y
no ame o no viva en unión espiritual con sus hermanos, no vive tampoco en unión
con Dios, porque ningún padre quiere que sus hijos vivan dispersados unos de
otros, y desea que todos se acojan a su santa Palabra y a sus Leyes que son y
serán inmutables. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.
Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo y un
solo Dios y Padre (Efe 4,5) cantáis en la Iglesia, pues así debe ser, que una sola
fe y un solo Dios y Padre, sean para vosotros signos inequívocos de que sois
hijos de Dios y de que vivís en Comunión con Él. Yo, Espíritu de Dios, os
hablo.
Sea vuestra fe la de principios de la iglesia bajo
el santo nombre de Jesucristo, al que debéis reconocer como Salvador y Redentor de
la Humanidad, y al que debéis tener como modelo y referencia para no
equivocaros en vuestro caminar, y no saliros de Él, de Su doctrina, de sus consejos
evangélicos y de su ejemplo a seguir, porque solo Él es la Verdad que os
conducirá hacia la Vida Eterna. Él vino a la Tierra y os enseñó con mucha
claridad las normas de la Iglesia fundada por Él:
El perdón, el amor, la fidelidad, la
permanencia en Él, sin saliros de ellas, porque fuera de Jesucristo no hay
salvación posible ya que Él es el Hijo de Dios Altísimo. Yo, Espíritu de Dios,
os hablo.
Por tanto, cada vez más debéis uniros a Él y vivir Sus
enseñanzas, las que os dejó como un divino legado y que nada ni nadie pueden ni
deben cambiar, más aún, debéis vividlas cada vez con más fidelidad y entrega, y
enseñárselo así a aquellos hermanos que errados de la verdad, buscan en otras fuentes
palabras de Vida Eterna y no las encuentran. Yo, Espíritu de Dios, os hablo. La
paz de Dios esté con todos vosotros.
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