Hijos Míos, no ambicionéis tan afanosamente bienes terrenales, ni os apeguéis a ellos quienes los tienen de toda la vida, porque ellos no os abrirán las puertas del Cielo. Yo, Jesús, os hablo.
No son las riquezas las que os abrirán las puertas del Cielo, no sucede en lo alto como aquí abajo, que cuanto más tenéis mejor mirados sois. En el Cielo el desprendimiento, la humildad, la pobreza voluntaria o aceptada, el sacrificio, la incomodidad, son llaves que os abren las puertas del Cielo junto con el alma libre de pecados graves. Porque si sois muy desprendidos pero no limpiáis vuestra alma de pecados graves, entonces hijos, vuestro desprendimiento no tiene el valor que tendría con el alma libre de pecados graves.
Parece como si los Mandamientos fueran leyes que ya están desfasadas, ¡y no! ellos siempre estarán vigentes, y bien os dicho varias veces, que no podéis saltaros ni uno solo. Así que hijos, predicad las virtudes que os he dicho de pobreza, humildad, desprendimiento y otros, pero con el alma limpia de pecados, y si caéis una y otra vez, una y otra vez debéis levantaros y lavaros en el Sacramento de la Confesión. Esto va también para los sacerdotes, que muchos son culpables del mal estado de algunas almas, por lo que las confunden y por ser tolerantes con ellas allá donde no deberían serlo. Por tanto, sacerdotes, laicos, el alma para que no esté muerta espiritualmente debéis de lavarla de pecados que anidan en ella y que no vais a confesaros. Yo, Jesús, os hablo.
Yo no morí en una Cruz a base de tormentos para que ahora hagáis de las leyes divinas o de Mi doctrina lo que a vosotros os convenga. Las leyes divinas para todos son iguales y os las debéis de aplicar. Que si en esta vida os pasan por alto los pecados mortales, no os lo pasaran en la otra Mi justicia. Así pues, enmendad hijos vuestras almas y confiad en Mi misericordia cuando os llegue el momento final, pero mientras esté de vuestra parte enmendaros y lavaros de los pecados mortales, debéis hacerlo y cuanto antes. Yo, Jesús os hablo y os instruyo.
Paz a todo que leyendo este mensaje lo cree y lo pone en práctica.
Paz a todo que leyendo este mensaje lo cree y lo pone en práctica.
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