Alabado sea (en) el Santísimo Sacramento. Yo,
Jesús, os hablo.
Hijos
Míos, debéis procurarme adoración y alabanzas en el Santísimo Sacramento del
Altar, donde Yo, Jesús, estoy real y verdaderamente presente. Debéis de repararme
de tantas y tantas profanaciones como se Me hacen, incluidos algunos sacerdotes
que Me tratan peor que si fuera un objeto. Entender (el valor) de este Augusto Sacramento
es una gracia muy grande, fruto de la oración y de vivir en estado de gracia,
porque muchos creen en ello pero no viven su fe en consonancia con lo que creen.
Por tanto, no solo es necesario creerlo sino vivirlo y actuar ante este Sacramento como los Ángeles actúan, adorándome
y alabándome. Yo, Jesús, os hablo.
Tenéis
el Cielo en la Tierra y lo desperdiciáis y no lo sabéis valorar, porque no
apreciáis el don tan grande que es la Eucaristía donde Yo estoy real y verdaderamente
con Mi Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad y donde os colmo de virtud divina cada
vez que sabéis apreciarme y tratarme en este Sacramento. Pedidme que os aumente
la fe en todos los misterios de la religión católica. Tratad de vivirlos y no
solo recibirme en la Comunión y ya está.
El efecto de la Comunión debe durar todo el día hasta la próxima Comunión,
porque recibirme sacramentado es una gracia que no todo el mundo tiene. Por eso
quien la tiene que la sepa valorar y apreciar porque es un don que muchas
personas quisieran y no lo tienen por razones varias, como enfermedad, ancianidad,
profesión o residencia lejana de la Iglesia. Yo, Jesús, os hablo.
Hijos,
honrarme en este Sacramento es para vosotros un bien inmenso, porque aunque
parezca que no os pasa nada, quien Me recibe en las debidas disposiciones, inunda
a su alma de una gracia muy grande que Yo le otorgo como fruto de su disponibilidad, fe y amor.
Yo os
espero impaciente para que cada día Me recibáis, y deseo que os beneficiéis del
don tan grande que es la Eucaristía, y además, beneficiéis a vuestra familia,
difuntos y Cuerpo Místico de la Iglesia, porque todo lo santo y bueno que
hagáis, beneficia a otras almas que pertenecientes a la fe católica se benefician del bien que
sucede en el Cuerpo Místico. Yo, Jesús,
os hablo y os instruyo. Paz a todo aquel que leyendo este mensaje lo cree y lo
pone en práctica.
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