Hijos
de Mi divino Corazón, Soy Jesús de Nazaret quien os habla. Quiero deciros que a
todos os quiero por igual, a todos os miro y os cuido, porque si vosotros con
vuestros pecados o acciones no os apartaseis de Mí, Yo tampoco Me apartaré de
vosotros.
Hay
personas que llaman a los instrumentos y les preguntan si Yo las quiero. Esa
pregunta Me hiere sensiblemente, porque todos los que Me conocen deberían de
saber que sí, que Yo amo a las almas inmensamente, aunque sean pecadoras, (que
todas lo sois).
¿Cómo podéis
preguntar si Yo os amo y dudéis de Mi bondad
y amor ardiente que os tengo? Si Me trataréis más no tendríais que hacer esa
clase de preguntas que hasta un niño que Me conoce, sabe que es verdad que les
tengo amor. No dudéis ni de Mi bondad ni de Mi amor que eso Me hiere bastante,
porque si después de las muchas pruebas que os he dado de amor aun dudáis, ¿qué
más puedo hacer? Si creéis que no amaros es no ceder a vuestras peticiones
erróneas y dañinas para vuestras almas, o no ceder a vuestros caprichos,
entonces no Me entendéis, porque Yo no concedo aquello que os mancilla el alma
y os impide la santidad. Yo, Jesús, os hablo.
Tenéis
que leer más sobre Mí en libros buenos y
en el Evangelio y no leer de carrerilla, sino meditando y parándoos a saborear
lo que os presente la lectura sobre Mí y Mis hechos. Yo Soy bondad, amor, misericordia,
no solo para los que Me siguen y aman, sino para todos los pecadores estén en
el nivel de malicia y perversión que estén.
Esto no
quiere decir que os regalaré el Cielo. Hay unas normas que debéis cumplir que son
los Diez Mandamientos, sin saltaros ni uno solo, y bien sabéis que para cumplirlos
rectamente tenéis Mi gracia, que nunca niego para que avancéis en santidad y
evitéis el pecado. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo.
Así
pues hijos, no preguntéis a instrumentos ni a sacerdotes si Yo os amo, ¡claro
que os amo! Con locura, con ardor, y esto no lo debéis olvidar, porque el enemigo
mortal de las almas, esa idea quiere meteros, que no os amo y que sois tan miserables
que merecéis Mi desprecio y Mi rechazo, y nada más lejos de la verdad. No
ofendáis tampoco a Mi Santa Madre con esta pregunta, que a Ella también le duele
que la hagáis y creed firmemente que Mi amor hacia vosotros y hacia todas las
almas es inconmensurable y eterno. Yo, Jesús, os hablo.
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