Todas
las almas son ante Dios Altísimo inestimables, pues aunque una criatura esté
muerta por el pecado y la fealdad de su alma sea tal, Yo, Jesús de Nazaret,
amo a las almas hasta la saciedad, porque mientras hay vida, Mi gracia puede resucitar, santificar y
embellecer a todas las almas a pesar del grado de malicia y perversión en que
estén. Yo, Jesús, os hablo.
Esta
lección que llevo siglos diciéndola y que os la enseñé con obras y hechos, esta
lección que es la esencia de Mi amor, no termináis de aprenderla, porque
vosotros Me juzgáis según sentís y nada más lejos. Si Yo fuera tan mezquino
como vosotros que si os cae bien una persona la elogiáis y si os cae mal la
señaláis, entonces tendríais razón en vuestros juicios, pero Yo hijos Míos, Soy
el Redentor y volvería a padecer en Mi carne humana todo lo que ya padecí por
todos y cada uno de vosotros. Por tanto, no Me pongáis a vuestra altura que hacéis
bien a quienes os cae bien y dais de lado a quienes no os gustan. Así que hijos, meditad sobre Mi amor hacia todas
las almas, porque Yo vine a salvar a todas ellas. Yo, Jesús, os hablo.
Y lo
que Yo pienso o digo es aplicable a Mi Santa Madre, que ama a todas las
criaturas y por todas intercede. Ella es Madre de la Iglesia pero también ama a
todos aquellos que aún no pertenecen a la Iglesia Católica y desea su
integración con nosotros.
Hijos,
Yo rogué a Mi Padre Eterno que todos fuerais uno (Jn 17,21) y os pedí que os amaseis como
Yo os he amado (Jn 13,34), pero esto no lo cumplís bien, ni laicos ni sacerdotes, pues
todos dejáis mucho que desear en vuestras actitudes y criterios. Yo, Jesús, os hablo.
Orad
hijos, orad asiduamente para que la savia de la oración os fortalezca cada vez
más y deis sanos y buenos frutos. Que vuestra base espiritual sea fuerte para soportar
los vendavales de la tribulación, que unas veces serán más grandes y otras
menos, pero que no os veréis libres de
ellos. Por eso, tened preparadas vuestras almas en estado de gracia y tened
buenas disposiciones. Tened también fe en Mí que Yo no dejo a nadie solo en la
tribulación ni Mi Madre tampoco. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo. Paz a todo
aquel que leyendo este mensaje lo cree y lo pone en práctica.
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