Desolados hijos, desolados estáis
muchos de vosotros por lo que estáis viendo venir y que vendrá. Yo, Jesús, os
hablo.
En Mi Iglesia ha entrado el Mal y
nadie se preocupa por ello. Todos viven a sus anchas y sin más preocupación que
comer y beber bien y esperar a que venga otro día. Hablo de Mi Jerarquía, Jerarquía
que son verdaderos fariseos que Me venden y se condenan por su buena vida y reputación,
algo que no les durará mucho.
Yo Soy un Dios de misericordia, pero
muchas veces tengo que hablar claro y duro para que entendáis. Por eso hijos,
pido a vosotros los que sois almas pequeñas y sencillas que Me amáis más que a
vuestra misma salvación, que Me resarzáis de tanto dolor e ignominia, porque Mi Pasión no pasó, sino que
la sigo padeciendo cada día y en cada instante. Yo, Jesús, os hablo.
Cada día más avanza el Mal y envuelve
a cantidad de almas que lo siguen y lo secundan y aun se creen que están en los
verdaderos caminos de la eternidad dichosa. Y no hijos no, multitudes van por
caminos de la eternidad tenebrosa y el rechinar
de dientes que les espera, porque Yo Jesús, doy Mi luz y Mi gracia para que
enderecen sus caminos y la desechan bajo conceptos que razonan y consideran adecuados.
Si a alguien se le dice que no coja
un coche que puede tener un accidente porque no está en condiciones, y lo coge
pese a que ha estado advertido porque otro le dice que no va a pasar nada, y
prefiere creer al que le dice que no va a pasar nada, allá él con las
consecuencias de no haber creído los consejos de los que le advirtieron con
sobrada rectitud de causa. Por tanto hijos, orad sin desanimaros ante Mí que
Soy Amor y Verdad y pedidme que dé luz a los ciegos a los que voluntariamente
se han vuelto ciegos y necios porque
prefieren creer a los hombres de estos tiempos que a Mí que Soy Verdad y Vida y
que además Soy Dios único y Redentor de las almas. Yo, Jesús, os hablo.
Sacerdotes Míos, que no os invada el
miedo, que no os invada la cobardía ni la debilidad, ni mucho menos la
comodidad, más vale perder vuestro estatus social que vuestra alma, que Yo no
abandono a los que por Mí todo lo dan, sobre todo, si lo dan por amor. Yo, Jesús,
os hablo y os advierto.
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