Hijos de Dios, en ningún momento,
debéis dejar de ser hijos de Dios, y ser hijos de Dios significa cumplir con Sus
leyes, vivir Su Palabra y vivir entregado a la propagación y extensión de Su
Reino. Yo, Jesús, os hablo.
Son muchos los que se creen buenos y
auténticos cristianos, pero luego desuelan
a su hermano, lo tildan de toda clase de defectos y hasta con o sin asentimiento
lo calumnian. Esas personas no Me dan gloria y nada tienen que ver Conmigo,
porque quien no ama a su hermano tampoco Me ama a Mí que Soy hermano y Redentor
de todos. Esos católicos que critican, que se creen en la verdad pero son soberbios
y demuelen la vida de otros, no son los católicos que Yo quiero, no son los verdaderos
hijos de Dios, porque lejos de hacer la voluntad de Mi Padre hacen la suya propia
y juzgan y enjuician a todo el mundo creyéndose ellos en la verdad. Sí hijos,
sí, son los fariseos de estos tiempos que han existido siempre, en Mi época, en
la vuestra y en otras épocas, y hacen más daño que bien, porque la propagación
de Mi Reinado Yo la quiero con el ejemplo y la práctica de las virtudes, y no
con ruidos ó dimes y diretes ó con especulaciones. Yo, Jesús, os hablo.
Id a confesar con humildad y no
tengáis prepotencia. No seáis tan soberbios que creáis que no tenéis nada que
confesar. No robáis, no matáis ciertamente, pero con la lengua y vuestras actitudes
de ira y mal ejemplo, hacéis más daño que si no hicierais nada (por Mi Reino).
Así que hijos enmendad vuestras vidas en todos los ambientes donde os
encontréis. En las Parroquias, en las familias, en el trabajo y en todos los
sitios, porque el mal ejemplo de un católico hace mucho ruido y mucho daño, y
la humildad es una puerta que no puede traspasar el demonio, porque Satanás
teme al alma humilde y vosotros hijos, muchos no lo sois. Yo, Jesús, os hablo.
Cuidado con lo que enviáis por las Redes
Sociales, cuidado a quien censuráis y de que habláis, a Mí no Me gusta para
nada esos mensajes que critican y ponen en entredicho a todo el mundo. Esos
envíos no vienen de Mi Santo Espíritu que es la santidad misma, ni de Mí que Soy
manso y humilde de Corazón (Mt 11,29). Lo que vosotros estáis viviendo ahora lo he vivido
Yo mucho antes. Yo, Jesús, os hablo.
Llevad a las almas Mi amor y Mi
bondad, enseñadlas a acudir a Mí y confiar en Mi Misericordia, pero no os desbordéis
en palabras vanas y coléricas que para nada evangelizan y que no Me dan gloria.
Yo, Jesús, os hablo y os instruyo. Paz a todo aquel que leyendo este mensaje lo
cree y lo pone en práctica.
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