Hijos
de Dios, es una gran obra de misericordia enseñar al que no sabe. Yo, Jesús, os
hablo.
Todo
aquel que enseñe Mi Evangelio, Mi doctrina, el Magisterio de la Iglesia, a aquellos
católicos que por su situación o ambiente no han alcanzado a conocer las
verdades más elementales, Yo lo tendré muy en cuenta en su juicio personal y en
todas las circunstancias de su vida.
Porque
quien sigue Mi labor y evangeliza cumpliendo así el mandato que os di de id por todo el mundo y predicad Mi Evangelio
(Mc 16,15) está haciendo Mi voluntad y cumpliendo fielmente lo que Yo os pedí.
Yo, Jesús, os hablo.
Pero
hijos, cuando deis catequesis, enseñéis algo, o deis charlas, instruiros bien
en la verdad, porque muchas veces en las charlas o catequesis podéis confundir
más que edificar y eso es peligroso para las almas. Id a fuentes fidedignas, a
fuentes que sean auténticas y no estén adulteradas. Olvidaos de mensajes personales
a la hora de catequizar si estos no están aprobados todavía por la Iglesia. Hay
libros de autores muy competentes y excelentes que han desmenuzado muy bien Mi
santo Evangelio y lo han explicado en un lenguaje que lo entiende todo el
mundo. Id a las bibliotecas públicas y buscad, o a librerías que sepáis que
guardan celosamente Mi Magisterio y no infringen bajo ningún pretexto Mi Evangelio.
Sabéis
que estamos en tiempos de confusión y que cada cual piensa o decide lo que le parece, aunque crea que es
bueno puede no serlo, por eso hijos, os lo repito por enésima vez, instruiros
en libros que tengan sobradamente garantía de que son de grandes santos y de
que no han sido infringidos por las traducciones ni por la reediciones, esto va
también para las Biblias. Yo, Jesús, os hablo.
Ante
cualquier duda asistid a sacerdotes cuya preparación os puede ayudar, pero
tened cuidado, porque hay sacerdotes que pasan de todo y a todo dan su
asentimiento, sin pararse a pensar si lo que asienten está bien o mal, solamente
por el hecho de no complicarse la vida.
Por tanto hijos, sed responsables, muy responsables y no enseñéis
errores, mucho cuidado y prudencia en las cosas de Dios, no vayáis a inducir
por caminos de perdición a las almas que aparezcan en vuestra vida y en vuestro
entorno. Yo, Jesús, os hablo y os advierto.
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