Hijos de Dios, no
seáis imprudentes sacando conclusiones de este o cual mensaje y valorad las
cosas según el Santo Evangelio y el Magisterio de la Iglesia. Yo, Jesús, os
hablo.
En las cosas de Dios
no hay vulnerabilidad. Dios ha hablado para todos los tiempos. Él tiene en
cuenta las intenciones, sí, pero lo que era pecado en el principio sigue
siéndolo ahora, y lo que estaba mal desde siempre, sigue estándolo ahora. Robar
siempre ha sido y será pecado. No se permite robar ni siquiera para hacer un
bien y así con todo. Os falta mucho discernimiento porque no sois almas de
oración, y creéis que con vuestra preparación estáis en el camino de la verdad.
Yo, Soy la Verdad hijos, y todo lo que no cuadre Conmigo, no es verdad sino una
farsa. Por eso, primero sabed bien vuestra religión católica en que consiste, sabed
que es exactamente Mi doctrina y no toméis decisiones a tontas ni a locas sin
preguntaros si vais por buen camino, que doctores tiene la Santa Madre Iglesia
para saber interpretar las cosas. Yo, Jesús, os hablo.
Os gusta tener la razón,
creeros que acertáis y todo aquel que no haga oración en las debidas disposiciones,
es difícil que acierte porque el espíritu del mundo se le mete y le cambia las
ideas y los conceptos, haciéndole creer que lo que todo el mundo hace es bueno
por el hecho de que lo haga todo el mundo. Yo, Jesús, os hablo.
Ser santos es hacer
en todo momento Mi voluntad, también cuando estáis a solas y nadie os ve, porque
Yo os veo y estáis bajo Mi mirada y leo vuestros pensamientos y vuestros
juicios, y también en vuestro interior tenéis que ser santos porque estáis bajo
Mi mirada y tenéis que darme gloria lo mismo en la soledad que en público.
Luchad hijos, luchad contra vosotros mismos que tenéis muchas cosas de que
adoleceros. Tenéis cizaña que limpiar de vuestros corazones, de vuestra forma
de ser, tenéis que ser más ejemplares no solo en grupos si no en vuestras
casas y en vuestras familias. Venceos una y otra vez esos ataques de ira que os
vienen, sed más perseverantes en los compromisos espirituales que os habéis
propuesto y sed también más fervorosos, limpiando a la hora de la oración el
trigo de la cizaña, porque también en la oración Mi enemigo mortal trata de
meteros cizaña y distraeros con asuntos que nada tienen que ver con el rato que
Me dedicáis. Sí hijos, sí, venceos más en todo momento. Quien vence un
pensamiento negativo contra alguien y en su interior no falta a la caridad, ya
ha vencido una batallita que le predispone a vencer otra y más grande.
La santidad es
vencerse en cada momento porque en cada momento Mi enemigo trata de inocularos
el mal, no desaprovecha ni un instante, y nada mejor para vencerlo que acudir a
Mi Santa Madre la cual él teme y a la cual el nunca podrá vencer. Yo, Jesús, os
hablo y os advierto.
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