Hijos Míos, ¿quién iría
tirando poco a poco el tesoro de un arca? A nadie se le ocurría ir tirando piedras
preciosas o monedas de oro y plata sin darle a ello ninguna importancia. Yo, Jesús,
os hablo.
Vosotros hijos tiráis
todos los días tesoros que serían para vuestras almas eternos. Tiráis la
ocasión de una sonrisa, tiráis la ocasión de hacer un bien, de ceder un asiento
en el autocar, de ser amables con un vecino, tiráis cada día verdaderos tesoros
de santidad que irían llenando las arcas de vuestras almas, para que acumulándose
llegarais algún día a conseguir la Vida Eterna.
Creéis que la
santidad es hacer actos heroicos, actos que no todo el mundo puede hacer como
ayunar 40 días, o dejar de beber agua bastante tiempo, pero no hijos, no, la
santidad es hacer en cada momento lo que Yo, Jesús, haría, y dar a la almas
amor según se os presente la oportunidad, y demostrarles que sois verdaderos
cristianos porque no tenéis discriminación de personas. Yo, Jesús, os hablo.
Una vida sencilla
hecha en cada instante con la intención de agradar a Dios y el deseo de salvar
almas o de convertir pecadores, esa vida hecha así en unión Conmigo, es una
fuente inacabable de santidad, y como son cosas sencillas las que hacéis no se
os puede meter la cizaña de la vanidad porque solo Yo sé el valor de esos actos
pequeños hechos con intención de ayudar y dar amor a las almas. No desperdiciéis
el tesoro que tenéis cada día de hacer el bien en pequeñas cosas. Algún día se
os presentará hacer el bien en cosas mayores, pero Yo os pido que santifiquéis
el momento presente sin pensar en el futuro, que no sabéis si lo tendréis. Yo, Jesús,
os hablo.
Sed cristianos sencillos,
humildes, sin proponeros heroicidades, que si Yo quiero que las hagáis os las
enviaré y os daré la gracia para ello, pero no desperdiciéis esos tesoros
cotidianos que es sonreír, ser amable, ser sufrido con lo que os digan
humillante, y así, vais acumulándolo en vuestro interior, y esas pequeñas
batallitas que vencéis en cada momento o predisponen para vencer en sus momento
las grandes batallas o los días de prueba que os vengan que nunca están exentos
en la vida de nadie. Así que hijos, empezad desde ahora mismo a dar ejemplo de amabilidad
y de urbanidad para que a quienes les llegue esos actos de amor -aunque en ese momento
no se den cuenta- luego más adelante en su interior piensen que ahí en vosotros
hay algo que les atrae, y ese algo sea el amor que Me tengáis y que se
transfiera en vuestras pequeñas y grandes acciones. Yo, Jesús, os hablo y os
instruyo.
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