Alabado y bendecido sea el Altísimo por toda la Creación.
Yo, Jesús, os hablo.
Hijos Míos, Es la primera obligación que tenéis para
con Dios Altísimo: la alabanza. Ésta
debería de ser una constante en vosotros, y sin embargo, si sopesáramos las
quejas y las alabanzas, las quejas exceden y con mucho a las alabanzas a Dios,
porque hijos, de todo os quejáis, ¡de todo! y eso Me disgusta sobremanera. Yo, Jesús,
os hablo.
Cuanto molesta una persona que no está conforme con
nada de lo que le sucede o se le hace, pues lo mismo nos pasa en el Cielo, un
alma que no hace más que refunfuñar, quejarse de todo, y hablar siempre en
negativo de las personas y de las circunstancias, esas almas son como moscas pegajosas
que molestan en el entorno y que no saben callar ni un momento, porque son
almas amargadas y amargan a los que conviven con ellas. Por eso, hijos, sed
dulces y pacientes. Dios Altísimo sabe muy bien lo que os hace falta y lo que
no. Mi Padre en su sabia Providencia os da lo que necesitáis no para pasarlo
bien, sino para santificaros, renegar de todo es ofenderle, porque El todo lo
dispone con amor y sabiduría para vuestro bien. Lo entendáis o no lo entendáis,
debéis de confiar en Él y aceptar con agrado las cosas que os sucedan, aunque
ya os he dicho que aunque no las entendáis siempre es para vuestro bien. Yo, Jesús,
os hablo.
No podéis creeros que vosotros seres miserables y limitados
sabéis más que la Providencia amorosa de Mi Padre Eterno. Vosotros queréis una
vida regalona, exenta de penas y amarguras, solo con cosas que os den bienestar
y satisfacciones, pero eso, hijos Míos, no os lleva al Cielo, eso más bien os
contamina y os pervierte en muchos casos. De ahí que Mi Padre Eterno disponga
para vosotros días de gozo y bienestar y días de sufrimientos y sacrificios,
porque Él lo que quiere es teneros después de vuestra existencia en el Cielo y
todo lo dispone para que así sea. Pero si renegáis de todo, entonces Su plan no
se realiza en vosotros y gana siempre el enemigo de las almas, que se alegra sobremanera
de ver que no aceptáis lo que Dios Altísimo dispone para vosotros.
Aprended de Mí hijos, aprended de Mí que Soy manso y
humilde de Corazón (Mt 11, 29) y que pasé Mi vida haciendo el bien pero no
exento de sacrificios. Todo lo soportaba y lo ofrecía a Mi Padre por el bien de
las almas y para Su gloria, por eso, el primer deber para con Él debe ser la alabanza, la bendición y el agradecimiento
en cada momento, tanto si os salen las cosas como os gustarían como si no.
Dejaos guiar por quien todo lo sabe y
todo lo ve, porque más que Él nadie os
desea el bien verdadero y el bien que salta a la eternidad. Yo, Jesús os hablo
y os instruyo.
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