Nos quejamos de que el mal ha tomado una gran dimensión en todos los colectivos, pues se ha perdido la conciencia de pecado. Consecuencia de esto es el alejamiento de Dios. Nos hemos apartado de Él y vamos a nuestro arbitrio. La Virgen, que vivió tan unida a Dios, nos da el consejo para evitar todo esto, consejo que no podemos relegar: HACED LO QUE ÉL OS DIGA. Y sólo cuando hagamos lo que Dios nos dice, las cosas cambiarán. Mientras, el mal seguirá avanzando. Acatemos pues lo que la Virgen nos dice, Ella nos ayudará. contador de visitas

5 de septiembre de 2017

PEDID CRISTIANOS, PEDID POR LOS PECADORES



Bienaventurado aquel que viviendo una vida de unión con Dios llega al final de la misma y se salva. Yo, Espíritu Divino, os hablo.

No hay mayor desdicha -ni siquiera todas las desdichas juntas lo son- que cuando un alma en el final de su vida muere de espaldas a Dios, porque su vida ha sido un desastre, un cúmulo de pecados y en el último instante, no confiando en la misericordia de Dios no quiere pedir perdón ni arrepentirse. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.

Pedid cristianos, pedid por los pecadores y muy especialmente por los moribundos que están a punto de entregar el alma, y muchos, muchos de ellos no están preparados ni quieren estarlo. Su dureza de corazón, su vida de tibieza y disipación, le han hecho llegar al final de su existencia con el alma podrida por el pecado, pero aun así, hijos de Dios, mientras hay vida, aunque solo sea un hálito, hay esperanza, porque la misericordia de Dios excede a todos vuestros pecados, y si os arrepentís y reconocéis mientras vivís que sois pecadores, indignos de ser hijos de Dios y os acogéis a Su misericordia con humildad y arrepentimiento, Él os acogerá también por el deseo que tiene de que todas las almas se salven.

Por eso, católicos, cristianos, todos, rezad por los pecadores para que se conviertan, para que Dios los toque con Su gracia y ellos sean fieles a la misma. Muchos de los pecadores son familiares vuestros, incluso muchos de los que leéis estos mensajes sois pecadores empedernidos y no queréis cambiar de vida a pesar de que Yo mismo os doy toques para que lo hagáis y os proporciono las  circunstancias.

Nada hay más doloroso ni más terrible que  perderse eternamente, porque el Infierno no tiene final, es eterno y de allí ya no se puede salir. No así el Purgatorio que si se sale y se puede recibir alivio con sufragios y sacrificios, y sobre todo, ofreciendo por los difuntos la Santa Misa, pero los que se condenan y lo hacen por su propia voluntad, ya no tendrá fin su desdicha, ¡que dolor tan grande para la Santísima Trinidad! ver que la Sangre Preciosísima del Cordero de Dios no les valió para nada a tantas almas. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.

Hijos de Dios, también os hablo en vuestro interior cantidad de veces y hacéis oídos sordos, aparte de que el Maligno os mete la cizaña del mal, de la lógica tan ilógica, del engaño o del error. No oigáis su voz, sed como la Santa Virgen y el bienaventurado San José eran, obedientes a la voz de Dios y diligentes para cumplir en todo momento Su voluntad.  Yo, Espíritu de Dios, os hablo y os instruyo. La paz de la Santísima Trinidad esté con todos vosotros.








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