Amadísimos
hijos en el Señor, Soy vuestra Madre querida, la que constantemente intercede
por vosotros en el Cielo ante el Trono de la Santísima Trinidad.
Hoy quiero
recordaros algo que Mi Hijo ya os dijo en su paso por este mundo: Dad a Dios lo que es de Dios y al Cesar lo
que es del Cesar (Lc 20, 25). Pues bien,
hijos, muchos de vosotros no cumplís este mandato y debéis hacerlo. Sois personas
espirituales y practicáis los sacramentos, pero luego muchos de vosotros evadís
impuestos o hacéis trampas en los documentos de
las empresas para pagar menos ¿Por qué? ¿Acaso Mi Hijo no os provee de
todo lo que necesitáis? También os dijo: Buscad
el Reino de Dios y todo lo demás se os dará por añadidura (Mt 6, 33), pero vosotros hacéis trampas en los negocios
para pagar menos impuestos y eso le disgusta mucho a Mi Hijo, porque no confiáis en Él que siempre os proveerá de
lo necesario para que viváis una vida de honradez y santidad. Yo, María, vuestra
Madre, os habla.
Si dais a Dios
lo que es de Dios y es la adoración lo que le corresponde, Él también cumplirá
con vosotros dándoos lo que le corresponde al Cesar, en este caso a vosotros. No
hagáis ninguna clase de fraude por mucho que podáis hacerlo sin que os descubran,
porque es Dios quien os va a juzgar y nada de lo que hagáis malo quedará sin
juicio y sin castigo.
Debéis ser muy,
muy honrados y además no obligar a nadie a hacer fraudes evadiendo impuestos. Hijos,
¡que conciencia tan mezquina tenéis! Y encima os creéis muy listos y además
buenos. No robéis bajo ninguna forma, porque muchos de vosotros decís que
también os roban a vosotros los gobiernos y tenéis que aguantaros. Ya os he
dicho que Dios pedirá cuentas a todo el mundo hasta de lo más insignificante
que hayáis hecho, y encima muchos de vosotros enseñáis así a vuestros hijos a
hacer trampas en los papeles y en los negocios. No hijos, no, sed honrados como
Mi esposo José lo era y como Mi Hijo lo fue en todo momento, que no permitió
que la Casa de Su Padre, el Sagrado Templo, se convirtiera en cueva de ladrones
(Mt 21,13). Yo, María Santísima, vuestra Madre, os hablo y os instruyo.
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