Hijos de Dios, viene Mi día y deseo que Me honréis
según es la voluntad de Mi divino Hijo. Yo, María Santísima, os hablo.
Limpiad bien vuestras almas de pecados que tenéis aparcados
desde hace tiempo y que ni siquiera los recordáis. Retroceded el tiempo y volved
a la edad de cuando teníais uso de razón y adentraros en vuestras almas para
limpiar podredumbre, que de no ser así moriréis con ella.
Os confesáis lo que os conviene pero aquello que os da
vergüenza lo ocultáis y seguís tan tranquilos. Hijos, que os jugáis mucho y debéis
de tener el alma libre de pecados mortales y abominables que muchos cometisteis
desde la infancia. Esto va también para los sacerdotes que tienen adosados a
sus almas pecados de juventud que aún no han confesado. Yo, María Santísima, os
hablo.
Pedid luz al Santo Espíritu y a vuestro Santo Ángel de
la Guarda, no os acostéis con el alma en pecado ni aunque vuestra memoria os
falle. Invocad al Cielo para que os recuerde vuestros pecados, los que aún no
están confesados. Porque hijos, no se trata de volver a confesar una y otra vez
el mismo pecado, sino de confesar aquellos que aún no están confesados y sois
vosotros los que tenéis que averiguarlo, haciendo un exhaustivo examen de
conciencia, pidiendo luz al Espíritu Santo.
La vida es muy corta y no sabéis cuando os llamará Dios
a Su presencia. Estad preparados hijos, estad preparados, porque el Señor es
misericordioso y lo que desea es que os
salvéis, no desea mortificaros con malos recuerdos, desea que erradiquéis de vuestras
almas aquella podredumbre que os impide avanzar más en la virtud porque son obstáculos
para la gracia divina. Yo, María Santísima, os hablo.
Vosotros mismos decís que muchos católicos comulgan
todos los días pero no se les nota nada la comunión diaria, y es que la gracia de
Dios con esos tropezones malignos que tenéis en el alma no surte el mismo
efecto que si la tuvierais limpia. Es como si a un caño de agua le pusierais un
tapón, al agua le costaría salir, pues aquí es al revés, a la gracia de Dios le
cuesta entrar en un alma que tiene obstáculos y pecados contra la Ley de Dios y
la Religión. Yo, María Santísima, os hablo.
No deseo escrúpulos de conciencia para vosotros, deseo
que limpiéis el alma y, sabéis muy bien cómo hacerlo, porque lo mismo que limpiáis
vuestros despachos y hogares, limpiad el alma y eliminad de la misma lo que es
veneno para la santidad. Yo, María Santísima, os hablo y os instruyo. Paz a
todo aquel que leyendo este mensaje lo cree y lo pone en práctica.
por favor quien es el instrumento de estos hermosos mensajes'
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