Hijos amados
de Mi divino Corazón, Soy Jesús de Nazaret quien os habla, y vengo a pediros que no perdáis la paz que Yo
os doy constantemente. Debéis de ser almas pacíficas, almas de oración, de amor
y de mansedumbre. Debéis controlaros más y no exaltaros por nada, porque es el
enemigo mortal de las almas quien os asecha para que os enardezcáis y os llenéis
de ira por cualquier insignificancia.
¡Cuánto
ganaría un alma que supiera controlarse y que ejemplo daría a cuantos la
vieran! Nada Me agrada más que un alma sepa doblegar humildemente su yo y no se
excite por cualquier cosa que le digan con o sin razón.
Pero
hijos ¿qué os pasa? Porque respondéis tan mal a lo que Yo deseo y os pido. Sed
humildes de corazón, sed almas pacientes tanto en la familia como en
comunidades, como en parroquias y en el trabajo. Vivís siempre con dimes y
diretes, que si este me ha dicho… que si esa otra persona me ha ofendido… y no sabéis ser cristianos más que cuando las
cosas os van bien, entonces si sois dóciles y Me dais las gracias. Pero tan pronto
os atacan u os dicen algo que no os guste, ya estáis enojados. ¿Acaso Yo Me
alteraba cuando Me llamaban de todo?
Hijos, sé
que sois imperfectos y que dejáis mucho que desear, pero por eso mismo más os tenéis
que controlar y poner los medios adecuados para no dejaros vencer en las
batallas que Mi enemigo mortal os presenta. Yo, Jesús, os hablo.
Yo era
el mismo en las alabanzas como en los insultos, nadie Me alteraba el carácter
ni Me sublevaba, solo la gloria de Mi Padre Me encendía en ira cuando veía el
Templo convertido en cueva de ladrones (Lc 19, 45-46). Os consideráis almas
pequeñas pero os alteráis cuando os ofenden como si fuerais muy importantes o
fuerais personajes ilustres. Amad la humillación, amad el que no os tengan reconocimiento,
Yo Soy el que valora a las personas tal y como son de verdad. A Mí nadie Me
puede manipular y por eso, porque se tal y como sois, no debe preocuparos lo
que se piense de vosotros, porque un día todo saldrá a la luz y toda la
Humanidad verá la verdad de las cosas, y aquel que pasa por malo en la Tierra os
sorprenderá que haya sido bueno ante Mí, y aquel que pasa por santo en la Tierra
os sorprenderá también que no tuvo nada de santidad en ningún aspecto. Yo, Jesús,
os hablo y os instruyo. Paz a todo aquel que leyendo este mensaje lo cree y lo
pone en práctica.
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