Nos quejamos de que el mal ha tomado una gran dimensión en todos los colectivos, pues se ha perdido la conciencia de pecado. Consecuencia de esto es el alejamiento de Dios. Nos hemos apartado de Él y vamos a nuestro arbitrio. La Virgen, que vivió tan unida a Dios, nos da el consejo para evitar todo esto, consejo que no podemos relegar: HACED LO QUE ÉL OS DIGA. Y sólo cuando hagamos lo que Dios nos dice, las cosas cambiarán. Mientras, el mal seguirá avanzando. Acatemos pues lo que la Virgen nos dice, Ella nos ayudará. contador de visitas

12 de febrero de 2016

VENID A MI CORAZÓN INMACULADO Y REPOSAD EN ÉL EN LA CONFIANZA DE QUE YO NO OS DEJARÉ NUNCA JAMÁS




Son muchas las almas atribuladas tanto por enfermedades como por pruebas de fe o espirituales, y Yo os pido, hijos Míos, que oréis por ellas y ofrezcáis sacrificios por vuestros hermanos y hermanas que andan sumergidos en sufrimientos. Yo, María Santísima, os hablo.

No soy impasible al dolor de todos vosotros. Muchos Me invocáis y deseáis que inmediatamente se os solucionen las cosas, pero no son así los designios de Dios. No, hijos, no, Él tiene su tiempo y sabe cuándo debe actuar. Eso no quiere decir que no sirva el rezar e interceder, no, hijos, no, cuanto más oréis, cuanto más constantes seáis en la oración y el sacrificio  más y mejor se os solucionaran los problemas o conseguiréis lo que pedís, como muchas madres piden la conversión de sus hijos.

Pero lo que más os hace avanzar en santidad y conseguir aquellas cosas santas que pedís, es la conformidad con la voluntad divina, y tanto si estáis en oscuridad como si no, creer y aceptar la voluntad de Dios es como un bólido que os hace subir alto y os anega en total paz y confianza en Dios. Yo, Vuestra Madre querida, os hablo.

Sé muy bien vuestras aflicciones y las considero y las ofrezco a Dios cuando vosotros Me las ofrecéis a Mí. Pero hijos, debéis ser pacientes y conformes en las circunstancias adversas que os vengan, porque algún día en la otra vida veréis de cuanto os sirvieron.

Ayudaos, hijos Míos, unos a otros a llevar vuestras cruces, pero sobre todo, no os alejéis de Dios creyendo que Él os ha olvidado y que no os tiene en cuenta. Yo también en Mi vida terrenal tuve que pasar por pruebas durísimas, pero ni por un momento pensé que Dios no Me consideraba. Él siempre ama a las almas y todo su afán es que crezcáis en méritos y en santidad. Por tanto, hijos, hoy que es mi advocación de Lourdes venid a Mi Corazón Inmaculado y reposad en él en la confianza de que Yo, Vuestra Madre, no os dejaré nunca jamás. Yo, María Santísima, os hablo y pido la bendición de la Santísima Trinidad para vosotros.  







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