Hijos Míos, muchos de vosotros que vivís
una vida de espiritualidad y de amor hacia Mí, os preocupa saber que habéis
sido grandes pecadores y que vuestros pecados están ante Mi presente eterno.
Yo, Jesús, os hablo.
Así es, hijos, ante Mí todo está
presente, todo es actual, todo lo malo que hicisteis y también todo lo bueno.
Sí hijos, sí, Yo tengo también presente eternamente el bien y las obras buenas
y amorosas que hicisteis, todas vuestras buenas intenciones y santos deseos de
querer servirme y darme gloria, todo lo que orasteis por vuestros enemigos y vuestros
familiares, Yo, hijos, lo tengo todo presente, lo bueno y lo malo. Y aunque
muchas veces lo malo sobrepasa a lo bueno que tenéis en vuestro haber, Mi misericordia
os suple por el hecho de desear enmendaros, de amarme y de llorar con dolor por
vuestros pecados. Yo, Jesús, os hablo.
Cada instante de vuestra vida que santifiquéis,
santificado quedará eternamente, y cada instante de vuestra vida que pervirtáis, pervertido quedará eternamente. Pero al final si vivís unidos a Mí, si en el último
instante de vuestra vida vuestra alma está unida a Mí y pide perdón y reconoce
sus pecados y faltas de toda su vida, Mi misericordia le alcanza por sus buenas
disposiciones. Debéis pedirme cada día que os aumente la fe y el amor hacia Mí,
que os de la perseverancia final para que os alcance la muerte viviendo en
unión Conmigo. Yo, Jesús, os hablo.
Debéis tratar de confesaros a menudo
aunque no tengáis pecados mortales, porque la confesión os aumenta la gracia
santificante y os da fortaleza en las sucesivas batallas que cada día tenéis
que librar contra el poder del Mal. La devoción a Mi santo padre José y a Mi Santa
Madre son medios excelentes para vencer al Mal, a ese enemigo mortal de las
almas que no descansa en favor de destruiros y llevaros a la perdición eterna.
Yo, Jesús, os hablo.
Orad hijos, orad por vosotros y
vuestra salvación eterna, pero también orad por los vuestros y por vuestros
amigos y conocidos, y si veis que alguna de vuestras amistades van por caminos
erróneos, orad por ellos y ofrecedles sacrificios y la Santa Misa para su
reconversión, que Yo os aseguro que las oraciones por la conversión de los pecadores
nunca se pierden si las hacéis en las debidas disposiciones. Yo, Jesús, os
hablo y os instruyo.
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