Hijos Míos,
la santidad no es un sinfín de actos heroicos que muchos de vosotros no podéis
hacer, sino aceptar en cada instante la voluntad de Dios. Yo, Jesús, os hablo.
Hay
quienes se sofocan porque piensan que nunca llegaran a ser santos, éstos son
personas que entienden muy mal la santidad, porque muchos, muchos de los que
veis por las calles que van y vienen, son personas santas ante Mi mirada y Me
dan consuelo y gloria. Hay quienes por el contrario se creen ya santos
y nada más lejos, porque son personas que tienen que limar muchas asperezas de
carácter, equilibrar sus reacciones siendo más humildes y menos coléricos,
aunque ellos cumplan a la perfección con su deber y sean personas religiosas.
Hijos,
no se trata de ser muy religiosos o de ser muy beatos, se trata de conversión,
cada día os tenéis que enfrentar a vuestros enemigos, no a los enemigos del
prójimo sino a los vuestros. Esas reacciones que os llenan de ira por cualquier
cosa o contrariedad que os digan, esas perezas que no termináis de vencer y que
os cuesta tanto vencerlas. Esa falta de caridad con el prójimo tanto en el
trabajo como en las comunidades parroquiales o de vecinos. Una sonrisa, un
detalle, una palabra amable, son gotas de amor que van calando en las almas de
quienes lo reciben, y de las cuales, Yo Me valgo para darles Mi gracia. Porque
el ser humano es muy sensible a la cortesía, a la educación, al detalle, y lo mismo
con vuestros hijos y cónyuges, debéis ser delicados cada día, cada instante, y
si os molestan debéis soportarlos con amor y caridad, porque Mis apóstoles
también peleaban entre ellos y Yo debía de tener una gran paciencia para
sobrellevarlos y encauzarlos por caminos rectos y de amor mutuo. Yo, Jesús, os hablo.
La santidad
no es algo imposible que solo consiguen unos cuantos. La santidad esta al alcance
de todo el mundo y de todas las edades, cada uno según sus valores y
limitaciones. Y todo el mundo está llamado a la santidad, grandes y chicos,
jóvenes y ancianos, y toda la vida hay que luchar para conseguirla en cada instante.
Haced hijos los instantes santos, y aunque solo sean instantes, éstos son como
gotas de agua que van calando en el alma y que se van convirtiendo en grandes
dimensiones de virtud y santidad. Lo mismo que una gota va cayendo y termina
anegando un espacio, así los instantes hacedlos santos, ¡cada instante! no os propongáis
metas laboriosas y duras que luego si no las podéis cumplir os llenan de remordimientos
y os quitan la paz, sino instantes santos es lo que deseo que Me ofrezcáis,
esas pequeñas cosas que os cuestan y que pasan desapercibidas -si las vencéis-
a los ojos del mundo pero no a los Míos. Y si vencéis un instante luego os
resultará mucho más fácil vencer el siguiente, y el siguiente y el siguiente. Sí
hijos, si, sed santos en cada instante y llenareis vuestros días de verdaderas gotas
de santidad que Me llenarán el Corazón de alegría. Yo, Jesús, os hablo y os
instruyo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario