Acogeos hijos,
acogeos a las muchas gracias e indulgencias que tenéis actualmente en la Iglesia
y no perdáis la oportunidad tan brillante y exhaustiva que se os presenta. Yo, Jesús,
os hablo.
Venís a Mí y Me pedís
toda clase de necedades, menospreciando las grandes gracias que os doy a través
de Mi Iglesia. No entendéis donde está vuestro bien y os detenéis en
florecillas silvestres (cosas terrenales) menospreciando los grandes rosales y
lirios que se os dan a través de Mi Casa.
Sed más consecuentes
con vuestra fe católica. Sabéis que un día moriréis y que debéis tener méritos
y obras buenas para alcanzar en Mi Reino un mejor grado de gloria. No os
conforméis con salvaros y ya está, sino que debéis tener un buen historial
espiritual como lo intentáis tener en las cosas terrenales a la hora de buscar
trabajo y demás. Hijos, Yo Me vuelco en daros gracias constantemente, no solo
universalmente sino también personalmente, pero vuestra desgana y pereza espiritual
malogran tantas gracias, y muchos de vosotros vais retrocediendo y no os dais
ni cuenta. ¡Cuánto miráis por vuestra salud! No está mal que lo hagáis porque
el cuerpo debe ser cuidado para mejor servirme y servir a los demás, pero abandonáis
las cosas del alma y no solo las abandonáis sino que malográis las gracias que
os doy con Mi infinito amor. Yo, Jesús, os hablo.
Acudís a Mi Madre, le
cantáis, le rezáis el Rosario, le hacéis novenas, pero ¡cuánta mediocridad!
Porque nada de eso os sirve para reconvertiros y cambiar de actitud, puesto que
seguís siendo igual de mediocres desde hace años. No cala en vosotros lo
espiritual como debería, tenéis que dar fruto empezando por darlo en vuestra
casa con los miembros de vuestro hogar y familia. Rezáis más por rutina que por
verdadero fervor. Creéis que cumpliendo esos rezos con los que os habéis comprometido
ya estáis cumplidos ante Mí, y no hijos, no, debéis crecer más en virtud que
muchos de vosotros tenéis las virtudes estancadas desde hace mucho tiempo, sin
crecer en ellas, y cada vez sois más mediocres en vuestra espiritualidad. Por
tanto hijos, proponeos cambiar, esforzándoos cada vez más, tratando de vencer
esos defectos y vicios tan arraigados desde hace tiempo. Luchad encarecidamente
contra ellos como lo haríais con un ladrón que pretendiera quitaros vuestras
cosas. Ladrones de Vida Eterna son vuestros vicios si no os enfrentáis a ellos.
Yo, Jesús, os hablo y os advierto.
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