Alegraos
hijos en el Señor, porque pronto muy pronto llegará vuestra liberación, y todo
aquel que Me ha sido fiel en las duras
gozará Conmigo eternamente. Yo, Jesús, os hablo.
No temáis
a las pruebas que os puedan venir, no seáis cobardes y confiad en Mí que Soy un
océano de amor inagotable. Sed valientes ante las adversidades y los ataques
que os hagan en contra de Mi doctrina y de Mi Santa Iglesia. El Mal ha existido
siempre y siempre ha querido vencer al Bien que Soy Yo, pero no lo ha logrado
ni lo logrará. Solo los cobardes siguen el juego a la insidias de Satanás que
se vale de sus secuaces como siempre y de todos aquellos que lo siguen y que se
han entregado a él por una vida mejor y más cómoda, libre de complicaciones.
Pero ¡ay de ellos! porque las complicaciones que no quisieren tener en esta
vida las tendrán en la otra, Yo no voy a dar el Cielo a quien aquí en la Tierra
Me vendió por cobardía o placeres aunque sean legales. Yo daré el Cielo a aquellos
que Me han amado desde siempre y que han dado la cara por Mí aquí en la Tierra,
por eso, Yo la daré por ellos en el Cielo. Yo, Jesús, os hablo.
Tened
hijos muy claro lo que os digo porque vienen tempestades espirituales que os
pueden hacer zozobrar. Mirad como Mis apóstoles temieron a la tempestad del mar
y Me llamaron, haced vosotros lo mismo, acudid a Mí y confiad en que Yo
intervendré en su momento. Y si tardo en intervenir, siempre hijos Míos, será
por vuestro bien y el bien de la Iglesia, no pretendáis saber más que Yo que
vivo entre vosotros, que os veo, que estoy a vuestro lado y que se perfectamente
mejor que vosotros lo que pasareis y lo que os espera. Recordad hijos, recordad
que sin Mí nada podéis (Jn 15,5)
Sacerdotes
de Dios, de Dios tenéis que ser siempre, hasta el martirio si eso fuera
necesario. ¿De que le sirve al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma? (Mt 16,26) Si
tenéis que perder el ministerio, si tenéis que perder amistades, si tenéis que perder
la honra y la salud por Mi causa, benditos seáis, porque todo eso son tesoros
que solo a los verdaderos sacerdotes se les dará. Yo, Jesús, os hablo.
Uníos
todos, laicos y sacerdotes en Mi Santo Nombre. Ayudaos mutuamente en momentos
de tribulación, no os olvidéis de que tenéis una Madre Celestial que vela e
intercede por vosotros, honradla y no dejéis ni un solo instante de hacerlo.
Yo, Jesús, os hablo y os instruyo.
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