Hijos Míos, una vez más Me comunico
con vosotros en el deseo de mostraros cuanto y que grande es mi amor. Yo, Jesús,
os hablo.
Sed prudentes hijos, sed prudentes
en vuestras discusiones, con vuestros hermanos de fe y párrocos, porque en
vuestras encendidas charlas ofendéis gravemente a muchos de Mi Jerarquía y al
Papa. Una cosa es que defendáis la fe católica de siempre y otra muy distinta
es que empleéis insultos, palabras despreciables y coléricas y ofendáis gravemente
a los obispos y clero de Mi Iglesia. Yo, Jesús, os hablo.
Debéis ser movidos por Mi Santo Espíritu
en la defensa de la fe y no por el espíritu del Mal que desea enemistaros,
encresparos, manipularos, para que os convirtáis en personas que odien y no que
amen. Toda corrección que no sea hecha por amor a Mí o a las almas, es una
corrección que se la lleva Satanás y no da fruto. Yo, Jesús, os hablo.
La humildad y mansedumbre debe regir
siempre vuestras discusiones y puntos de vista, nunca la cólera o la ira, por tanto
hijos, no Me dais gloria cuando os dejáis llevar de vuestro genio y empleáis
esas palabras despectivas que tanto Me hieren aunque se refieran a personas que
vayan contra Mí. El Cielo entero os
observa en vuestras acciones y debéis ser moderados, equilibrados, sin
temor, pero con mucha dosis de amor, porque estos son los sentimientos de Mi Santo
Espíritu, Sus frutos, y no los que empleáis vosotros cuando creéis que tenéis
razón. Y aunque la tengáis de verdad, la forma de defender la fe católica no es
adecuada si no lo hacéis con misericordia, bondad y mansedumbre hacia quienes
os dirigís. Yo, Jesús, os hablo.
Si fuerais almas de oración más que
de información, seríais almas influidas por Mi Santo Espíritu y no por vuestro amor propio, que bien sabéis
que es mal consejero, y la soberbia es un pecado que debéis de evitar en todo
momento, tengáis o no tengáis razón, porque Yo deseo almas que Me den gloria y
no que Me agravien con sus modos de reaccionar o su forma de ser. Antes de
hacer cualquier cosa que se refiera a vuestra fe invocad a Mi Santo Espíritu o la
protección y ayuda de Mi Santa Madre y de vuestro Santo Ángel de la Guarda, y
una vez invocado de todo corazón, podéis poneros a discutir con paz y mansedumbre lo que creéis que está mal y os obliga
a dar la cara por vuestra fe. Yo, Jesús,
os hablo y os instruyo. Mi paz a todo aquel que leyendo este mensaje lo cree y
lo pone en práctica.
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