Hijos
de Dios, muchos de vosotros vivís atribulados y afectados por la más insignificante
contrariedad. Hacéis una montaña de un grano de arena, y todo, todo lo veis
negro. Yo, María Vuestra Madre, os hablo.
Debéis
de cambiar de forma de ser, o viviréis un purgatorio ya en esta Tierra, y eso
no lo quiere Vuestro Padre Celestial que desea el bien para todos Sus hijos y
la paz en sus almas. Tened cuidado con el adversario de Mi Hijo que trata de
meteros en todo la cizaña para robaros la paz y la alegría de ser hijos de
Dios. Él os mete esa forma de ver las cosas oscuras y le da más importancia de
lo que en realidad tienen. La vida está llena de contradicciones y vicisitudes
pero no todo es negativo, son situaciones que os hacen más fuertes y os ayudan
a acudir a Dios pidiéndole toda clase de ayuda.
En esta
vida no todo puede salir perfecto, hay días más negativos que otros, pero lo
importante es que os mantengáis en fe y sepáis ofrecer a Dios esos días sombríos
que os desaniman tanto y que os sumergen en profundas desolaciones. Hijos,
acudid a Vuestro Redentor, Mi divino Hijo, Él soportó mucho por vuestro amor y
no os va a dejar en estas situaciones, porque lo que desea es que viváis con su
paz, la paz que da el ser hijos de Dios, pero si os dejáis influir por las tribulaciones
como zarandeos que ahora vienen y ahora van y no os ponéis firmes en vuestra
postura, el Maligno jugará con vuestros ánimos a su antojo y os vapuleará
maliciosamente a su capricho. Yo, Vuestra Madre, os hablo.
Aquí Me
tenéis también a Mí dispuesta a ayudaros en todo. No se os pide portentos, ni
heroicidades, solo que aceptéis esos días de oscuridad con sencillez y fe hacia
Dios, sabiendo que Él es inmutable y que no os abandonará, ni siquiera aunque
fuerais los más grandes pecadores, mucho menos si sois almas de espiritualidad
cotidiana y deseáis santificaros por encima de todo. Yo, María Vuestra Madre,
os hablo.
La vida
es muy corta en comparación con el Más Allá que es eterno. Superar esas pruebas
que a menudo os vienen no solo os ayudan a merecer más sino que ayudan a otras
almas a fortalecerlas, porque todo lo que aceptéis por amor a Dios y lo ofrezcáis,
va en beneficio del Cuerpo Místico. A
veces es más importante para la conversión de los pecadores aceptar esos días
negros que os vienen y que os sumergen en desolación que rezar un Rosario. Por
tanto hijos, no os agobies, simplemente confiad en el Padre amoroso que os ve y
que desde el Cielo Él sabe hasta dónde podéis llegar y hasta donde no. Yo, María
Vuestra Madre, os hablo.
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