¡Aleluya hijos, aleluya!
porque un año más celebráis Mi Pascua de Resurrección y os alegráis de ello. Yo,
Jesús, os hablo.
Ved que la muerte ya
no tiene dominio sobre Mí y tampoco la tendrá sobre vosotros, si morís en Mí y
con el alma limpia de pecados mortales y de rencores. No guardéis rencor a
nadie que eso es un veneno inmenso para vuestra alma y puede llegar a haceros
perder la eternidad dichosa. Todo aquel que tenga algo contra su hermano o
hermana, contra su prójimo, por mucho que le haya hecho, que lo perdone de
corazón y no le guarde ningún rencor, y si llegara el caso de que se encontrara
con él, que le hable porque Yo perdoné a Mis enemigos y a los que se ensañaban Conmigo
desde la Cruz y Mi Madre Me imitó en todo. Yo, Jesús, os hablo.
Hijos, por unas
rencillas que ya pasaron que son consecuencias de vuestra debilidad humana, no
os juguéis la salvación eterna, porque muchos mueren con ese veneno en el alma
y no pueden entrar en el Cielo, y si se quedan en el Purgatorio su duración es
inmensa, porque hay que perdonar y hacerlo de corazón. Recordad Mi Mandamiento
nuevo que os améis unos a otros pero como
Yo os he amado (Jn 13,34), no a vuestra forma de amar, sino a la Mía. Hijos
es muy importante esto que os digo y aunque ya os lo he dicho más veces,
siempre tendré que recordároslo porque hay muchas almas, muchas que no perdonan
y se ahogan en su propia soberbia que es la peor atadura que puedan tener. Yo, Jesús,
os hablo.
Todo aquel que perdona
el mal que le hicieron Me tiene a Mí dispuesto a olvidar sus pecados y a perdonárselos, porque el que sabe perdonar y olvidar es un alma que ha comprendido Mi
doctrina y que Me imita y Me agrada sobremanera. Por tanto hijos, meteos bien en
la cabeza esto que os sugiero: perdonad,
perdonad, perdonad y si os cuesta, acudid a Mi Santa Madre para que Ella os
ayude o acudid a Mí para que Yo os ayude a emprender ese perdón que os daña a
vosotros más que a nadie al no concederlo. Yo, Jesús, os hablo.
Sed santos en todos
los aspectos. Sed virtuosos en todo, que a la hora de la muerte no haya nada
que os impida entrar en Mi Reino. No carguéis eternamente con ese mal tan
grande que es el rencor, porque el mismo os ahorcará en su propia vileza y os
llevará a la ruina total. Hijos, vosotros que leéis estos mensajes que no os resbalen,
que no los leáis y los aparquéis, ponedlos en práctica pero hacedlo ya, no
demoréis por más tiempo este asunto. Yo, Jesús os lo pido y os instruyo.
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